Llevamos ya cuatro años –que se dice pronto- hablando y hablando de la construcción del necesario aeropuerto para la provincia de Huelva y en los últimos meses, como por arte de magia, ya no tenemos uno en marcha sino hasta dos. Que ya es ambición. Y lo que le falta a los dos, para no engañarnos mucho, es el dinero, los euros, que lo haga posible porque las administraciones competentes, en especial el Ministerio de Fomento, que son las que tienen que acometer la inversión como infraestructura de interés público que es, no la tienen contemplada ni ahora ni en el futuro. Esa suerte de que el Estado le pague las obras de un aeropuerto la tienen otras provincias españolas, incluso con menos potencial turístico que Huelva, pero no nosotros, aquí –como por lo visto sobra el dinero en el ámbito privado- lo tenemos que sacar de aquellos empresarios que estén dispuestos a arriesgar en dicho la explotación y gestión de este negocio aeroportuario.
La presidente de la Diputación, Petronila Guerrero, ha querido aprovechar el acto institucional del ‘Día de la Provincia’ para reafirmar su voluntad son seriedad y rigor en dicho proyecto, comprometiéndose a no hacer nada que lo ponga en peligro ya que lo considera una infraestructura estratégica para la provincia de Huelva. Su mensaje político parece ir más encaminado a dejar claro que el único proyecto de aeropuerto viable es el impulsado por la sociedad formada por la institución provincial la Cámara de Comercio y no el que tienen autorizado la empresa ‘Agrícola del Pintado’, por parte del propio Ministerio de Fomento, en el enclave formado por os municipios de Gibraleón, Trigueros y Huelva y al que se oponen, y da entrada, vecinos de las barriadas de El Judío, El Pintado, San Lorenzo y La Ribera, argumentando que se encuentra muy próximo a sus casas y en base a ello han iniciado una movilizaciones muy bien movidas y dirigidas por una misma mano política, a juzgar por su capacidad divulgativa en folletos y pancartas.
Perderse en esta trifurca vecinal, cuando lo que existe es una simple tramitación administrativa en marcha, a la que faltan muchos papeles circulando los despachos de distintas administraciones, es a estas alturas una mera polvareda mediática poco práctica y útil. Porque hoy por hoy, lo que le faltan a cualquiera de los dos proyectos en marcha es el dinero que lo haga posible y eso quiero centrar el artículo de hoy.
Cuando el presidente entonces de la Diputación, José Cejudo, nos convocó en la Federación Onubense de Empresarios a la iniciativa privada, hará como dos años ya, para presentarnos el informe que justificaba la necesidad del aeropuerto en la provincia recuerdo que le pregunté en público que si tal infraestructura se consideraba como un negocio y lo que se buscaba era la incorporación de inversores privados a la empresa a constituida que explicara a los presentes el Plan de Negocios que se había elaborado, si es que existía, que proyectará a varios años las inversiones necesarias y las posibles rentabilidades o pérdidas de tal iniciativa empresarial. Convocar a los empresarios para que darnos a conocer lo mismo que los medios de comunicación ya habían publicado no tenía mucho sentido, salvo lo que conllevaba de un acto más propagandístico, ya que cualquier empresario local o foráneo que esté dispuesto a invertir en algo que se presenta como un negocio requiere un plan económico-financiero que lo avale. Los parámetros empresariales se mueven con criterios de rentabilidades de la inversión que son muy distintos a los parámetros de las administraciones que son, como es lógico, de mero interés público.
José Cejudo, tal vez porque este Plan de Negocios no se había hecho, me contestó yéndose por la tangente y sin concretar nada. Vamos, que si yo fuera un empresario predispuesto a invertir en este negocio del aeropuerto, al menos a mi, no me convención en términos de rentabilidad pura y dura para hacer ningún tipo de inversión y creo que con la misma sensación salieron el centenar largo de empresarios que se dieron cita para escucharle con mucha atención porque la coincidencia con él era plena en cuanto a la importancia de la infraestructura que se quería poner en marcha. Por el tiempo transcurrido desde entonces, y dado que en la sociedad promotora siguen estando los dos únicos socios iniciales, Diputación y Cámara, mucho me temo que el primer y gran obstáculo que deberá salvar cualquier iniciativa del aeropuerto como negocio privado y no como una infraestructura pública es encontrar los inversores que quieran arriesgar sus euros para recuperarlo, vía el beneficio societario, en los próximos años. Me llama, por ejemplo, poderosamente la atención que la Diputación, como fundadora de la nueva Cajasol, no haya conseguido ni tan siquiera que ésta u otra caja haya aportado nada en la sociedad y si ni tan siquiera se es capaz de lograr captar fondos ahí, con las de cosa que Mario Jiménez, por ejemplo, consigue para otras iniciativas privadas, ya me dirán ustedes quién va a apostar por el aeropuerto como negocio, que es el planteamiento que hasta la fecha conocemos.
A los promotores del otro aeropuerto, cuya único activo de valor es la propiedad del terreno y el expediente administrativo avanzado que ya tienen, creo que le falta lo mismo que a la sociedad de la Diputación y la Cámara de Comercio: inversores que quieran arriesgar los muchos millones de euros que demanda una obra de estas características Y sigo pensando que el sitio, además, no es el adecuado, al margen de las protestas vecinales, porque la instalación aeroportuaria debe estar cerca de la línea férrea de alta velocidad de Huelva a Sevilla, para aunar ambas conexiones de cara al transporte de los pasajeros, y no tan distante de la misma. Podremos, por tanto, hablar y hablar del aeropuerto y que la misma presidenta de la Diputación adquiera un compromiso público de convertirlo en algo estratégico para el futuro económico de la provincia, pero lo que necesitamos saber cuanto antes es dónde están los euros que lo haga posible, dónde los inversores y sino, al menos, cómo se piensa convencer a la iniciativa privada y captarla para que inviertan en este tipo de negocio tan especial. Es verdad que en Ciudad Real y Castellón lo han logrado, tal vez acudiendo a esos sitios podríamos saber con mayor exactitud dónde está el factor clave que pudo movilizar con éxito a la iniciativa privada. Hablando y hablando, como hasta ahora, ocurrirá en dentro de cuatro años, sino más, seguiremos escribiendo de lo mismo. Ustedes ya saben, algo clásico en Huelva con otras cuestiones de larga espera: llegada del AVE, conexión con Extremadura y Cádiz, etc., etc.