lunes, 13 de agosto de 2007
Doñana tiene que estar integrada en su comarca
Cuando el Parque Nacional de Doñana estaba bajo la competencia de la Administración Central, y más si está la gobernaba un partido de distinto signo político que en Andalucía, pues cuestiones de este tipo estaban a la orden del día. Ahora, una vez que todo ha quedado bajo la soberanía de la Junta de Andalucía, la verdad es que enfrentamientos de este calibre ante la opinión pública y por cuestiones menores no se entienden. Y eso que el Parque se ha dotado de nuevos órganos de representación y de asistencia para abordar todas las cuestiones que afecten al paraje natural protegido. Si después de todo esto se falla en temas de poco calado, aunque de gran aparatosidad pública porque la valla trasmite a la ciudadanía que transita por la zona, una forma de entender la protección total y cerrada a cal y canto del parque, es porque a lo mejor sigue fallando, como antaño, la concepción que desde los despachos oficiales se tiene de la defensa y conservación de este espacio natural que afecta a una gran comarca natural pero a municipios de tres provincias colindantes.
Tenemos la suerte, además, de poder contar con unos observadores privilegiados cuando se abordan las cuestiones de Doñana. Desde que Felipe González, en su primer mandato como presidente de Gobierno, se decidiera por alojarse en Las Marismillas, en el centro de la reserva natural, para disfrutar de sus vacaciones hemos tenido la suerte de sus respectivos sucesores también se han ido enamorando de esta naturaleza privilegiada, desde el mismo José María Aznar hasta estos días José Luís Rodríguez Zapatero, quien disfruta con su familia de las maravillas naturales de la zona también de las playas vírgenes que van desde Matalascañas a la desembocadura del Guadalquivir por Sanlúcar de Barrameda. Teniendo huéspedes tan ilustres, que proyectan a Doñana tanto a nivel nacional como internacional, debates de este calado entre administraciones deberían cuidarse mucho más porque en nada favorecen este consenso real que existe en la sociedad y entre las administraciones por conservar y proteger el paraje al máximo.
Siempre he escrito que los grandes problemas que se han dado con Doñana parten de esa concepción cerrada que a veces se da en los gestores públicos de creerse únicos valedores del Parque, olvidando que éste existe y ha permanecido porque sus moradores, los pobladores de los municipios colindantes, han sido desde hace siglos sus primeros protectores. Hacer cosas, impulsar iniciativas, como esta valla carcelaria, como si de un ‘guantánamo’ se tratase, en línea con lo dicho por el alcalde de Almonte, Francisco Bella, no integra al Parque Nacional de Doñana con su entorno sino que más bien marcan unas fronteras, horribles desde el punto de vista estético y paisajístico, que dividen y separan. Es verdad es que a los linces hay que protegerlo, ahí en esa carretera y en las de Villamanrique, Bonares, Mazagón o Rociana, lugares donde la especie busca su hábitat natural de caza para sobrevivir como fauna carnívora que es. Hacerlo con una valla de estas dimensiones, ya es otro cantar.
Se hace necesario mantener el máximo de consensos en torno al Parque Nacional de Doñana. Un lugar tan privilegiado como excepcional, que acoge a mandatarios nacionales e internacionales, que además cuenta con una protección altísima en su interior, no debe verse envuelto en polémicas tan agrias como esta de estos días y menos por el vallado de una carretera tan transitada como la que une El Rocío con Matalascañas. Hay que volver a la línea de consenso, máxime cuando quedan cuestiones de tanto calado como la propia circunvalación de la aldea y la ampliación de los carriles que hacen interminables y agotadoras las tardes de muchos domingos a miles de veraneantes, con el consiguiente efecto medioambiental del consumo innecesario de litros y litros de carburantes. La Junta de Andalucía siempre ha esgrimido para acoger en su seno las competencias de los parques naturales que su proximidad al territorio le hacía mejor conocedora de la problemática que pudiera afectar a estos espacios protegidos. Las decisiones adoptadas con este vallado han dejado en evidencia que, al menos, con Doñana esto no es cierto y que también se mete la pata cuando no se escucha a quienes en verdad sí están cerca y viven junto y para el Parque porque este ha sido el mandato que han recibido de sus antecesores. El alcalde de Almonte, aunque haya tenido que cantar las cuarenta a gobernantes de su propio partido, tiene la responsabilidad de hablar en nombre de su pueblo y si es con menos exposición pública pues mejor que mejor.
domingo, 12 de agosto de 2007
El litoral onubense nota los efectos de la crisis
Nada es igual a las anteriores en la temporada estival en el litoral onubense. Ni la climatología –con unos meses de julio lo que llevamos de agosto sin ese calor sofocante de otros años- ni tampoco el flujo vacacional que genera un movimiento económico muy importante en todo el litoral y del que viven luego todo el año pues miles y miles de economía domésticas. Los pequeños negocios, muchos de ellos de carácter familiar, que se montan para los meses de verano sirven luego para aguantar el resto del año y las quejas y lamentos están a la orden del día nada más te acerca a los promotores del mismo con la intención periodística de preguntar por cómo va la cosa este año. Ellos mismos, con mucho humor, han bautizado ya esta temporada estival como la de las tres ‘P’. Pipas, paseo y playa. Vamos, que los veraneantes que han venido en estos meses, están gastando lo que se dice poquito y, para colmo, hay mucha menos gente que en otros veranos, pero bastante menos al decir de los que están en contacto con el transcurrir diario de las ventas de cara al público.
En la economía los momentos de crisis se ven venir casi siempre por la ralentización del consumo. No hay duda de que con la subida de los tipos de interés, tanto en Europa como Estados Unidos, se buscaba lo que los estudiosos dicen ‘un aterrizaje suave’ y ya lo que nos estamos encontrando, a medir por lo que dice la calle, es un parón en toda regla que a buen seguro irán revelando los datos macroeconómicos en los próximos meses, tal y como en este mismo mes de julio ya lo ha apuntado la bajada del IPC hasta una media anual del 2,2%. Nada tiene que ver esto con los titulares de estos días en todos los medios de comunicación en torno a la bajada de las bolsas mundiales arrastradas por la inquietud generada en Estados Unidos por la bancarrota de algunas entidades de crédito de la hipotecas basuras ni con la inyección de cientos de millones de euros, dólares y yenes al sistema interbancario por los bancos centrales de las tres principales economías mundiales para devolver tranquilidad a los mercados del dinero en estos días. Es cierto que la economía global va por un lado y por otro la economía familiar, aunque la segunda detecta con asombrosa capacidad los momentos de crisis y se repliega con tanta destreza como prontitud.
Y eso creo que es lo ha ocurrido este verano en todo el litoral onubense. Son muchas las familias que viven, como escribíamos al principio, del flujo económico de los veranos y al resentirse el consumo por la propia subida del tipo de interés y por la necesidad de muchas familias de guardar los ahorrillos para cubrir las hipotecas todo el amplio mundo del sector turístico, desde el hostelero, alquileres familiares, establecimientos hoteleros, comercios hasta el mismo del turismo residencial, se ha visto perjudicado de manera notable, posiblemente también incrementado por esta climatología suave en cuanto a las temperaturas de estos dos meses queda nada tienen que ver con las olas de calor de los últimos años. Los directores de oficinas bancarias comentan estos días que solo hacen tramitar ampliaciones de la hipotecas para aunar en las mismas otros créditos aumentando, a la vez, los años de amortización de las mismas y no digamos nada de los agentes inmobiliarios o de los vendedores de grandes promotoras, que de mantener una media de 100 ventas al mes en estos dos meses han pasado a no cubrir ni 10 de media, con la lógica incertidumbre de las empresas del sector que ya optan por construir menos o vender el suelo disponible a quienes puedan aguantar bancariamente con más facilidad los tiempos que se avecinan.
En Huelva, curiosamente, nadie ha levantado todavía la voz de alarma ni desde quienes tienen la responsabilidad de gobierno se apuntan medidas ante lo que se avecina. Una economía como
Con un panorama que mi, al menos, no me gusta nada de nada y que pinta bastante mal sería conveniente que los agentes económicos de la provincia, nada más volver de vacaciones, mantengan cuantas reuniones hagan falta porque tenemos ante nosotros un temporal económico que habrá que capear agarrándose con todas las fuerzas a los sectores que menos puedan verse afectados y que más dinamismo empresarial puedan en estos tiempos nuevos generar. Desde luego el sector servicios, y en él todo lo que engloba la economía de la temporada estival en el litoral, que es mucha y muy variada y personalizada en pequeñas y medianas empresas y autónomos, ya está tocado porque más que un aterrizaje suave lo de este verano en Huelva ha sido un auténtico parón en seco. Pregunten ustedes mismos y verán lo que les dicen los dueños de los negocios en el litoral onubense y saque sus propias conclusiones, como yo mismo, sin ser nada experto, he querido hacer desde esta esquina dominical de página.