Es el día grande de la romería, el día grande de la Virgen y sus miles y miles de devotos peregrinos. Al Rocío siempre me he acercado, desde el punto de vista periodístico, con enorme tacto y delicadeza desde que hace ya muchos años, casi los que llevó ejerciendo la profesión en esta provincia (unos treinta), el que era entonces presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, Ángel Díaz de la Serna, me descubriera lo que él llamaba las distintas verdades de esta fiesta religiosa pero, a la vez, también mundana. Y el paso de cada Pentecostés me ha ido enseñando la fuerza y la movilización que entraña esta devoción mariana. Hay quienes la valoran cada año por el número de visitantes –que si un millón arriba o abajo-, las hermandades filiales que se van sumando (estamos en 106 y cuando escribí mi primera crónica en los principios de los ochenta superaban en poco a las sesenta) y hasta los kilómetros que suman cada caravana de romeros procedentes de lugares tan dispares. En Huelva, en esta ocasión, las dos comitivas que he visto pasar por las calles de la capital eran más reducida que la de años anteriores (por supuesto por el mismo efecto de la situación económica y porque para más de uno no es plato de buen gusto pasear en tono festivo delante de muchas entidades financieras a las que se le adeudan créditos) y me imagino que en otros muchos pueblos de la provincia pues habrá ocurrido más o menos lo mismo. La Hermandad de Huelva hace unos años, en los momentos florecientes, estaba todavía pasando por delante del Ayuntamiento capitalino casi cuando el reloj municipal tocaba las tres de la tarde y el alcalde, que saluda y contertulia con todos los romeros, ya no sabía muy bien dónde se encontraba; en este año, pasada la una de la tarde casi todo había terminado, lo que no quiere decir, porque la vida, dicen, sólo se vive una vez, que en la Avenida de la Punta del Sebo no estuvieran otros muchos caballistas, carros y enganches esperando a la llegada de la hermandad para incorporarse al camino sin haber tenido que exponerse a lo que podríamos llamar la carrera oficial de las calles del centro.
El Rocío este exterior, multitudinario, mediático, litúrgico, solemne, festivo, colectivo… impregna la foto fija que de la romería tienen mucho y a lo mejor ahí radica, por este poder de convocatoria y logística que mover a tantas y tantas personas en unos pocos de día, la propia celebridad magna de lo que no deja de ser un acto puro de religiosidad popular, mariana y devota en torno a la imagen de la Virgen del Rocío. Pero existe otro Rocío, personal, en soledad, dialogante, permanente, silencioso… que, por fortuna, es muy poco conocido y que cada vez que me he acercado hasta el Santuario se me ha desvelado al contemplar los rostros y las miradas de los que se acercan ante la imagen. Yo creo que este año, aunque luego nos cuenten muchas cifras oficiales y la clase gobernante –laica cuando hay que ser laica y católica y apostólica cuando también hay que hacerlo, travestismo ideológico que cuesta mucho entender- haga el recuento de lo que ha supuesto la peregrinación y el Plan Romero 2008, hay más carga de Rocío interior que de Rocío exterior en la cita de este año. Hay necesidad de hablarle a la Virgen y descargarse sin miedo ante ella. Hasta en muchas tardes de invierno los santeros han vivido la mayor afluencia de personas para encontrarse con su Virgen. Tal vez sea porque los tiempos inciertos que se avecinaban y que ya están aquí –ahora leo que hasta los analistas económicos cercanos al PSOE escriben en los periódicos progubernamentales de que ya no estamos en crisis sino en una pura y contundente recesión y que ésta la delatarán los pírricos crecimientos del Producto Interior Bruto de estos dos primeros trimestres del año; que es y era lo que muchos venimos anunciando desde el verano pasado- serán duros, complejos y difíciles de superar por la forma en que ya hay casi unanimidad en cuanto al diagnóstico de la enfermedad económica que padece nuestro país y la pasividad inexplicable de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y de Manuel Chaves, los de ahora y los de antes de las elecciones del 9-M. La Virgen siempre está esperando, en Pentecostés y en los 366 días de este año bisiesto. Ese Rocío interior, íntimo, tiene igual o, incluso, mucho más fuerza religiosa, mariana y de cristianismo sentido que muchas de las imágenes que en este lunes de procesión nos dejen los remolinos humanos que acompañarán a la Virgen para que la tradición almonteña se cumpla y se mantenga.
lunes, 12 de mayo de 2008
domingo, 11 de mayo de 2008
Las playas hay que cuidarlas como oro en paño
Ya hemos comentado en distintas ocasiones que todo el sector hostelero y hotelero de la provincia, en especial el del litoral, está muy inquieto ante como se vislumbra la temporada estival, principal y único soporte de entrada de dinero para aguantar muchos de estos negocios abiertos en otros meses del año, cerrando ya por costumbre dos meses cuando no, como ya han hecho este año algunos establecimientos, casi hasta 90 días seguidos. En todos los ambientes empresariales se da por hecho de que estamos ante una situación económica de crisis (el Gobierno se resiste a llamarlo así y busca cada día palabras o calificaciones más ‘sui generis’ que lo único que logra es dejar aún más en evidencia su capacidad de reacción y de adopción de medidas efectivas; hasta al potente sector de la construcción el vicepresidente Solbes le ha negado el apoyo financiero para aguantar y andan estos días todo los principales interlocutores empresariales, menos en Huelva, donde se no oye decir nada a nadie, que trina) que si empezó por los impagos en Estados Unidos de la hipotecas de alto riesgo y en España por el parón en la construcción ante el incremento continuado del tipo de interés por parte del Banco Central Europeo, ahora se está detectando una contaminación total de todo el tejido productivo por la falta de inyección de liquidez al sistema por parte de toda la banca y las cajas (seguramente porque a ellos también le cuesta trabajo obtener en el interbancario esa misma liquidez) y encontrarnos ante un endeudamiento excesivo de empresas y familias españolas. Si a esto unimos el tremendo diferencial entre el dólar (al que se ha unido también la libra) y el euro, en perjuicio de ésta última y que hace súper atractivas las compras y los viajes en dólares, pues es de comprender que uno de los sectores que más pueden padecer es el turismo en toda España.
En los primeros meses de arranque de la actividad hostelera y hotelera ya se han detectado una bajada de la ocupación y de los servicios vendidos que algunos todavía quieren achacar, como mal menor, al mal tiempo de la esta Semana Santa tan adelantada y a la climatología tan inestable que padecemos, sin que pueda decirse todavía que se haya dado, salvo unos días de este pasado puente de primeros de mayo, unos días de sol y playa que es el principal atractivo de todo el litoral onubense y su mejor tesoro turístico, se diga lo que se diga. Sin embargo, el estado que presentaban las mejores playas de la costa de Huelva era, en esas fechas, penosa y para ahuyentar a los visitantes. Por un lado, el grave daño causado por los temporales de Semana Santa, que se han llevado muchísima arena y han dejado al descubierto en algunos sitios los lodos y fangos que acompañaba la arena con la que se hizo se hizo la regeneración de la costa procedente del dragado de las rías. Pero es que, además, las playas carecían de los más mínimos servicios de limpieza, duchas, vestuarios y hasta vigilancia, que son prestaciones que van de la mano de los ayuntamientos de la zona y que deberían activarse en razón a los mismos flujos de visitantes. El puente del primero de mayo, que coincidió con el Día de la Comunidad de Madrid, y permitió a todos los establecimientos hoteleros y hosteleros hacer sus mejores cajas diarias, las quejas que han recibido los empresarios de todos lo que han estado en el litoral de Huelva son para que los responsables de las distintas instituciones implicada, ayuntamientos, Patronato de Turismo y Dirección General de Costas las escucharan. Es como si quisiéramos vender coches y en la exposición pusiéramos los que están más deteriorados en pintura y para colmo, si se prueba, al motor le cuesta arrancar. Las playas de todo el litoral estaban y están de auténtica pena. La imagen que estamos dando, aunque es verdad que el temporal fue en Semana Santa, es penosa.
Evidentemente hay un problema de regeneración del litoral que hay que acometer con máxima urgencia si es que se quiere estar listo para el verano y que cuando suba la marea no haya ni playa, pero es que se podían haber acometidos tareas de limpieza para retirar los numerosos deshechos, algunos hasta peligrosos, que el mal estado de la mar llevó a tierra. Pero es que ni eso, como tampoco se han habilitado servicios complementarios de policía municipal para atender a los miles de visitantes de estos días. En suma, que se nos llena la boca de decir que la costa es nuestro tesoro turístico pero no somos capaces de cuidarla ni adecentar ni tan siquiera esos días en los que vamos a recibir visitas, algunas de ellas buscando el sitio para ubicarse en las vacaciones de verano.
Urge una actuación de emergencia de la Dirección General de Costas, que como es previsible llevará su expediente, su dotación presupuestaria, concurso y adjudicación. Esos son tiempos pero es que el verano está ahí, a la vuelta de esquina, y nuestro litoral no está presentable y su estado actual puede provocar un serio rechazo para estancias futuras. Aparte de que Costas debería hacer un estudio mucho más riguroso sobe el efecto de la Presa de Alqueva en la costa de Huelva y el espigón construido en la desembocadura del Guadiana, en Villareal. No es normal el tremendo daño causado por el temporal y la facilidad con la que se pierde la arena en algunas playas y se amontonan en otras.
En los primeros meses de arranque de la actividad hostelera y hotelera ya se han detectado una bajada de la ocupación y de los servicios vendidos que algunos todavía quieren achacar, como mal menor, al mal tiempo de la esta Semana Santa tan adelantada y a la climatología tan inestable que padecemos, sin que pueda decirse todavía que se haya dado, salvo unos días de este pasado puente de primeros de mayo, unos días de sol y playa que es el principal atractivo de todo el litoral onubense y su mejor tesoro turístico, se diga lo que se diga. Sin embargo, el estado que presentaban las mejores playas de la costa de Huelva era, en esas fechas, penosa y para ahuyentar a los visitantes. Por un lado, el grave daño causado por los temporales de Semana Santa, que se han llevado muchísima arena y han dejado al descubierto en algunos sitios los lodos y fangos que acompañaba la arena con la que se hizo se hizo la regeneración de la costa procedente del dragado de las rías. Pero es que, además, las playas carecían de los más mínimos servicios de limpieza, duchas, vestuarios y hasta vigilancia, que son prestaciones que van de la mano de los ayuntamientos de la zona y que deberían activarse en razón a los mismos flujos de visitantes. El puente del primero de mayo, que coincidió con el Día de la Comunidad de Madrid, y permitió a todos los establecimientos hoteleros y hosteleros hacer sus mejores cajas diarias, las quejas que han recibido los empresarios de todos lo que han estado en el litoral de Huelva son para que los responsables de las distintas instituciones implicada, ayuntamientos, Patronato de Turismo y Dirección General de Costas las escucharan. Es como si quisiéramos vender coches y en la exposición pusiéramos los que están más deteriorados en pintura y para colmo, si se prueba, al motor le cuesta arrancar. Las playas de todo el litoral estaban y están de auténtica pena. La imagen que estamos dando, aunque es verdad que el temporal fue en Semana Santa, es penosa.
Evidentemente hay un problema de regeneración del litoral que hay que acometer con máxima urgencia si es que se quiere estar listo para el verano y que cuando suba la marea no haya ni playa, pero es que se podían haber acometidos tareas de limpieza para retirar los numerosos deshechos, algunos hasta peligrosos, que el mal estado de la mar llevó a tierra. Pero es que ni eso, como tampoco se han habilitado servicios complementarios de policía municipal para atender a los miles de visitantes de estos días. En suma, que se nos llena la boca de decir que la costa es nuestro tesoro turístico pero no somos capaces de cuidarla ni adecentar ni tan siquiera esos días en los que vamos a recibir visitas, algunas de ellas buscando el sitio para ubicarse en las vacaciones de verano.
Urge una actuación de emergencia de la Dirección General de Costas, que como es previsible llevará su expediente, su dotación presupuestaria, concurso y adjudicación. Esos son tiempos pero es que el verano está ahí, a la vuelta de esquina, y nuestro litoral no está presentable y su estado actual puede provocar un serio rechazo para estancias futuras. Aparte de que Costas debería hacer un estudio mucho más riguroso sobe el efecto de la Presa de Alqueva en la costa de Huelva y el espigón construido en la desembocadura del Guadiana, en Villareal. No es normal el tremendo daño causado por el temporal y la facilidad con la que se pierde la arena en algunas playas y se amontonan en otras.
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