domingo, 23 de septiembre de 2007

Petición unánime para un diálogo entre políticos

Hace meses lo escribía en esta misma esquina de página que me concede EL MUNDO HUELVA NOTICIAS. No es lógico, ni racional, en un sistema democrático –hecho para la participación y el consenso- que en la provincia de Huelva tengamos unos representantes de los dos máximos partidos políticos con representación, PSOE y PP, que no se hablan entre ellos desde que cada uno llegó a ocupar la dirección de su formación política. Javier Barrero y Pedro Rodríguez no ha escenificado, ni por pura cortesía, el más mínimo encuentro que se espera de quien ostenta, por designación popular, la representación de dos ideologías, de dos programas de gobierno, pero nunca de dos enemigos irreconciliables. Las últimas sentencias que se han producido estos días, reflejo de la absurda y obstinada judicialización de la vida política en la provincia de Huelva, ha motivado que desde muchas otras columnas de opinión y por compañeros que analizan la realidad cotidiana de Huelva se demande este diálogo entre partidos para evitar la situación de extrema confrontación entre las dos principales formaciones con responsabilidad de gobierno en nuestro territorio. La coincidencia es general sea de la tendencia que sea el medio de comunicación porque lo que está ocurriendo en Huelva no creo que se dé en ninguna otra provincia de España, que socialistas y populares, más en concreto sus dos máximos mandatarios, viven de espaldas el uno del otro, exteriorizando en el seno de cada uno de sus partidos políticos una brecha personal carente de todo sentido.
Es verdad que el caso Isla Chica-Recreativo de Huelva abrió una importante herida merced a las directrices marcadas por Javier Barrero al Grupo Municipal Socialista, y seguidas al pie de la letra por Pepe Juan Díaz Trillo, de sentar a toda costa en el banquillo al alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, y varios de los concejales. Los socialistas, que no asumieron nunca la dura derrota de las elecciones municipales en la capital, con la amplia mayoría obtenida por el PP, tomaron el camino de los tribunales como única forma posible, al parecer, de poder derribar a sus adversarios y el carisma que el alcalde popular tiene entre la ciudadanía. Aparte de crear, tal vez, este abismo que ahora parece insalvable entre unos y otros en el terreno personal, los dirigentes socialistas cometieron el gran error de convertir a Pedro Rodríguez en una víctima y todo, además, por haber querido salvar el Recreativo de Huelva de la desaparición. Un mensaje demoledor para el PSOE de Huelva capital que le sigue y seguirá pasando factura al socialismo porque el recreativismo de corazón lo pasó muy mal y no entendió nunca ver al alcalde entrando en los juzgados a declarar. Pero todo esto, y lo recuerdo tanto para Javier Barrero como Pedro Rodríguez, ocurrió hace ocho años y no podemos estar anclado en esta provincia en esta afrenta con la cantidad de temas que podrían solucionarse simplemente hablando y hablando en pro de los intereses generales de Huelva.
Además atrás han quedado las elecciones municipales y el veredicto ciudadano no ha podido ser más aplastante para los socialistas, un poco más y volvemos, como también señale durante los días de campaña, a los tiempos en que desde el mismo socialismo onubense se nos reclamaba a algunos, entre los que me encuentro, que ayudáramos, por el bien de la misma democracia, a forjar un centro derecha en Huelva. No son tiempos ahora de jugarse ayuntamientos ni el control en la Diputación y sí, es verdad, que tenemos por delante en los próximos meses unas elecciones generales y autonómicas en la provincia en cuestión de meses pero la importante implantación socialista, y más después de controlar, nada más y nada menos, que sesenta ayuntamientos hacen poco previsible un vuelco electoral y las distancias entre ambas formaciones se van a mantener en línea con comicios anteriores, escaño autonómico arriba o escaño abajo del PSOE o del PP, pero poco más se disputa cada uno en esta nueva cita ante las urnas. Huelva, en cambio, tanto en la capital como en la provincia, se juega mucho más cosas para avanzar si ambos partidos políticos hablan porque proyectos importantes que generan riqueza y bienestar están estancados y a golpe de sentencia judicial.
Para más inri, todo hace indicar que después de esta nueva campaña de autonómicas y generales, tanto en el PSOE como en el PP, a nivel provincial y secuencialmente con lo que vaya ocurriendo en los liderazgos nacionales y regionales, se va a producir en Huelva cambios en los direcciones de ambas formaciones. Pedro Rodríguez tiene más que asumido, y en la coincidencia ya es general en todos los despachos decisorios, que no es posible compatibilizar la alcaldía de la capital y la presidencia de un partido que requiere mucho tiempo de dedicación para asentarlo en los pueblos de la provincia, tu auténtico talón de Aquiles. Y Javier Barrero, que llegó a caballo de la renovación hace ya más de diez años, no puede perpetuarse en un cargo por más tiempo salvo riesgo de que le salga una corriente interna de contestación con los mismos argumentos que él tan hábilmente esgrimió a la hora de derribar a Carlos Navarrete y a los suyos. Ambos políticos, pues, tienen pocos razones de peso y más a estas alturas de sus respectivas carreras políticas para eludirse mutuamente y más cuando es un clamor, al que se unió hace unas semanas la propia Federación Onubense de Empresarios, la necesidad de que hablen e intenten entenderse en cuestiones que sean beneficiosa para la provincia. Espero de den la talla, que ya es hora, y en esto de la política, y en democracia, lo menos importante es quien da el primer paso sino que ejerzan de una vez los dos de políticos de altura, que como decía el mismo rector de la Universidad de Huelva en unas recientes declaraciones, no es algo de lo que podamos presumir mucho en la provincia, visto lo visto hasta ahora.

La Junta no puede obstaculizar el progreso de la capital

En las agendas del presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, hay día y hora fijado en la semana que entra para una reunión de trabajo en el marco de los encuentros que el titular de a comunidad autónoma andaluza viene manteniendo con los alcaldes de municipios de más de 100.000 habitantes. La rotunda e implacable sentencia dictada este viernes con la Junta de Andalucía por el Tribunal Superior de Justicia andaluza, con sede en Granada, dado la razón a la Gerencia de Urbanismo de Huelva, al Ayuntamiento de Huelva, en la tramitación como absolutamente legal del concurso público de adjudicación en su día de los terrenos del Ensanche van a obligar a Manuel Chaves, dada la trascendencia e importancia de la sentencia en lo que es el desarrollo de la capital, a entrar muy cabizbajo y casi pidiendo disculpas a la cita con Pedro Rodríguez. Y todo por culpa de quien dicta los destinos y las decisiones de los máximos representantes de la administración autonómica en la provincia de Huelva, que no son otros que algunos dirigentes concretos de la cúpula provincial socialista. Porque este no es el único varapalo sufrido por la Junta de Andalucía en los últimos tiempos y en los pleitos casi permanentes que abre en el plano jurídico con el Ayuntamiento de Huelva. Hay sentencias, que haría bien el alcalde de Huelva en mostrar al propio Manuel Chaves para que también, en su calidad de jurista, que lo que es como profesor que fue de la Cátedra de Derecho del Trabajo con Miguel Rodríguez Piñero en la Facultad de Derecho de Sevilla, valore la dureza con que algunos jueces se expresan en sus sentencias contra la Junta de Andalucía al valorar que existen más motivaciones políticas y voluntad de obstaculización administrativas en las acciones emprendidas contra el Ayuntamiento de Huelva que razones de peso jurídicas que justifiquen las demandas presentadas. Estoy convencido de que el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, con sólo leer las razones y fundamentos expresados por los jueces en las sentencias que ha ido perdiendo la administración autonómica terminaría cortando por lo sano y de inmediato la directriz política que al parecen tienen encomendada muchos delegados provinciales de consejerías para frenar, retrasar, obstaculizar, parar o denegar muchas de las iniciativas que se emprenden desde el Ayuntamiento de Huelva en beneficio de la ciudad, algunas tan importantes como esta del Ensanche, que supuso para las arcas municipales una inyección de dinero importante, o los ocho años que se ha hecho perder al barrio de Isla Chica con todo el proceso del viejo Estadio Colombino.Las cosas, querido alcalde de Huelva, hay que hablar a veces por derecho, en los términos protocolarios que un encuentro de estas características demanda, pero con las verdades del barquero por delante, sin tapujos ni medias tintas. Esto no es cuestión de relaciones entre dos partidos políticos ni entre dos gobernantes públicos, con tonterías y pamplinas como las que vienen haciendo desde la Administración autonómica se frena el desarrollo de una ciudad o lo que s lo mismo la mejora y el bienestar de los ciudadanos que en ella habitan. No se me pasa ni por la imaginación, pues la sentencia es muy contundente en la valoración del por qué se ha dado el silencio administrativo, y eso en términos legales es muy difícil de cuestionar ante un tribunal superior, que desde la Administración autonómica se esté planteando el recurrir ante el Supremo la sentencia dictada. Aparte del enorme retraso que puede conllevar una nueva decisión judicial, y más en el Supremo, donde se aparcan casos y casos en la Sala del Contencioso-Administrativo, es que se volvería a frenar el desarrollo urbano de la capital hacía la ría, hacía la nueva estación del AVE, con los consiguientes perjuicios económicos directos para el Ayuntamiento de Huelva pero también para el conjunto de la ciudadanía que tendría que esperar otros ocho o más años que el nuevo contencioso se desbloqueara. No espero de Manuel Chaves, si tiene conocimiento del fondo del tema y el alcalde actúa de alcalde-alcalde y no como alcalde buena persona simplemente, quiera condenar a la ciudad de Huelva a esta paralización para dar capricho a las peticiones de algunos muy concretos dirigentes socialistas provinciales que siguen con la espina clavada de la pérdida electoral de la capital. El concejal de Urbanismo, Curro Moro, que lo tiene aprendido de la sentencia en contra recibida la semana pasada en el caso Endesa, se ha manifestado muy clarito ante la Junta de Andalucía al anunciar que se pedirán daños y perjuicios económicos si se mantiene la política de obstaculización y eso, hablando en el mundo del urbanismo, puede ser muchos millones de euros porque ya en si misma la demanda ahora denegada ya ha supuesto, por el tiempo en que se ha tardado en fallar desde la Sala, muchos dinero para los propios adjudicatarios del concurso, que no tienen nada que ver en este enfrentamiento entra administraciones pero que sí tiene todo el derecho del mundo a reclamar seguridad jurídica, porque con muchos los millones puestos sobre la mesa para comprar el suelo y van para cuatro los años en que tienen sin actividad enorme inmovilizado de suelo urbanizable, suelo que en el mercado y ya con todos los parabienes jurídicos podría alcanzar un valor cercano a los 500 millones de euros. Sólo aplicando el interés del dinero a esta cifra y los años que se lleva de retraso, y los que podrían darse, dan una cifra de perjuicio y sólo para os adjudicatarios de escándalo. A lo que habría que añadir el del Ayuntamiento de Huelva, también con propiedades de suelo, y los ingresos por no poder otorgar licencias, IBI, etc., etc. Creo que este aviso de Curro Moro, al margen de las decisiones de carácter político, pueden hacer a más uno reflexionar de que ha llegado el momento de conducir los enfrentamientos entre partidos a los debates en los senos de las instituciones sin una utilización tan perversa como la que ha venido haciendo la Junta de Andalucía contra el Ayuntamiento de Huelva. Manuel Chaves es quien tiene la última palabra y deber del alcalde de Huelva es exigirle es que esta estrategia de acoso y derribo termine de una vez por todas.