Siempre he dicho que quienes asumen la responsabilidad de gobernar, al contar con los apoyos de los ciudadanos en cada una de las elecciones, tienen también la obligación ineludible de resolver los problemas que afectan al bienestar y progreso de cada territorio. En Huelva, el apoyo electoral de los ciudadanos a los socialistas está entre, en porcentajes, entre los más altos de España, sino el que más; sin embargo, Huelva es la segunda provincia de España, junto a Cádiz, con mayor tasa de desempleados, un 16,7%, según los datos aportados por el propio Gobierno socialista hace unos días a través de la Encuesta de Población Activa (la famosa EPA) y correspondientes al cuatro trimestre del 2007. Datos que van en línea con los mismos que se van conociendo todos los meses en cuanto a la demanda de subsidios de desempleos en la oficinas del antiguo INEM y que, como ya hemos comentado en anteriores artículos, mantienen un incremento constante desde mayo de año pasado y, muy posiblemente, se seguirá dando cuando el día 1 de febrero se conozcan las nuevas cifras de este mes de enero.
Cuesta trabajo entender esta conjunción de fe total de muchos votantes en las posibilidades como gobernantes de los socialistas y los resultados obtenidos en algo tan crucial como la creación de empleo a lo largo de los más de veinticinco años en los que desde una posición hegemónica, y sin apenas oposición, tienen en sus manos todo el poder de decisión institucional en esta provincia. Es que ni Extremadura alcanza parámetros como los de Huelva, doblando la media nacional y aumentando en tres puntos la andaluza. Y pese a esto, sorprendentemente, el silencio más absoluto desde los agentes sindicales o empresariales hasta el momento, sólo el dirigente de UGT, Jorge Puente, ha venido en aceptar la foto fija y que estamos ante un problema “estructural”; es decir, que no tiene solución, más o menos.
Cuando un analiza el amplio plantel de dirigentes socialistas que ocupan cargos de responsabilidad en esta provincia, lo primero que agrupa a todos los perfiles es su desconocimiento más absoluto del sector privado, en especial del mundo de la empresa. Si a ello añadimos el concepto ideológico del papel que debe jugar el Estado en todas las facetas de la vida de los ciudadanos, pues ya tienen ustedes el modelo económico que se viene aplicando desde hace años en Huelva por quienes tienen todo el poder decisión. Le expongo la última perla conocida: a estas alturas, cuando ya está vendido a empresas, para que puedan iniciar su actividad y como tal la generación de empleo, un 85% de la primera fase del Parque Empresarial de la capital y en marcha las obras para la segunda, el organismo gestor del mismo, Sepes, dependiente del Gobierno de España, o lo que es lo mismo, gestionando por ejecutivos socialistas, todavía no ha obtenido de la delegada de la Consejería de Innovación e Industria, Maria José Rodríguez, el permiso para que toda la urbanización pueda contar con algo tan elemental como la luz eléctrica. Y así llevan meses esperando como meses lleva el mismo Recreativo de Huelva utilizando generadores de gasoil para poder utilizar las instalaciones de su Ciudad Deportiva, que también se encuentran en el mismo Parque Empresarial. El problema es que no se puede poner al frente de delegaciones vinculadas a la actividad empresarial a quien no nunca ha gestionando ni conocido las dificultades y problemas que se viven a diario para sacar una empresa adelante. Y sin empresa no hay trabajo, sin trabajo no hay cotizaciones ni recaudación de impuestos, y sin los ingresos de estos por el Estado no hay forma conocida, salvo la vuelta al modelo comunista, de que puedan acometerse inversiones. No digo nada más, porque escrito ha quedado en estas mismas columnas y en reiteradas ocasiones, del parón sufrido durante años por catorce planes urbanísticos de los más importantes municipios de la provincia durante la mejor época de la construcción y del turismo residencial, pero como Javier Barrero, salvo a sus amigos, llamaba ‘especuladores sin escrúpulos’ a casi todos los empresarios de este sector, pues todo se miraba con lupa o cuando no con ese filtro tan especial que permite al PSOE ser un partido millonario, tanto en sus arcas financieras como en inmuebles.
Huelva, al día de hoy y como se está poniendo la economía global, no tiene ningún modelo de desarrollo a la vista que garantice un cambio brusco en tan penosas cifras de desempleados. Yo, al menos, no lo veo por ninguna parte. La oferta electoral socialista conocida pasa por la Huelva virtual y estafadora de la estación del AVE que copió Calatrava a prisa y corriendo de una maqueta que estaba destinada a una capital italiana, los puentes para que los inversionistas amigos de Barrero en Punta Umbría se sigan poniendo las botas (pasen y vean el complejo hotelero, apartahoteles y centro comercial), y más después de haber acabado con el ingenuo de Hernández como alcalde, y el cuento chino de la carretera con Extremadura, de la que no se conoce ninguna partida presupuestaria para el año 2008, después ya de cinco años de gobierno socialista en Madrid.
Escribo con cierta acritud porque me tengo que rebelar, por lo menos ante el ordenador, ante este sombrío panorama de la provincia, cuando veo pasar los días y la pasividad con la que sigue afrontando la cruda realidad de las cifras, que es en el fondo la cruda realidad por la que deben estar pasado miles de familias y empresas onubenses. Tengo poca, por no decir nulas, esperanzas de que el día 9 de marzo los ciudadanos den a los socialistas un serio escarmiento ante el fracaso de de su gestión en cuanto a la creación de empleo. El sistema de circulo vicioso en el mundo político en el que hemos entrado en esta provincia, con un PP totalmente estancando, atascado diría yo con su pasado y con la renovación iniciada en el 95 totalmente abortada, y con un PSOE que gobierna en sesenta de los setenta y nueve municipios, controlando con ello a muchísimos votantes con escasa capacidad de decidir por si mismos, el escenario ofrece pocas posibilidades de cambio. Tendremos que apelar a partir del día 9 de marzo a los dirigentes socialistas de buena voluntad y menos sectario para que atiendan y se abran a nuevas recetas que aplicar en la gestión pública. O asumir, como estructural o, incluso, como hinchadas y falsas (economía sumergida o subvencionada), estas cifras tan negativas de desempleados.
lunes, 28 de enero de 2008
domingo, 27 de enero de 2008
Demasiada tensión en el PP para el día después
A los que conocemos la forma de actuar cada partido político en Huelva, fruto de la experiencia acumulada en estos casi 30 años de profesión periodística siguiendo el acontecer onubense, no nos ha cogido de sorpresa la lista final de candidatos al Congreso, Senado y Parlamento andaluz que ha terminado confeccionando el Partido Popular. Como también conocemos que estos movimientos que se dan de puertas de para dentro tienen, al final, poca repercusión global en los resultados de cada formación traducido ya el número de votos a escaños, salvo que las diferencias en el reparto del último estén muy ajustadas y eso, hoy por hoy, es muy difícil de predecir porque, como decíamos la semana pasada, todavía nos quedan muchos sustos de la economía –y esperemos que no del terrorismo- por recibir de aquí al día 9 de marzo. Fue el lunes pasado escribir en esta columna de los sustos que la bolsas podrían generar a muchas familias que tienen sus ahorros ahí situados y ya hemos visto los sube y baja, de auténtico crac bursátil, que se han producido en estos siete días.
En clave interna, desde luego, las listas han dejado serios descontentos en Lepe y Moguer, dos municipios triunfadores en las elecciones del 27 de mayo pasado y con alcaldes que por primera vez se han alzado con mayoría absoluta, como sorpresa entre la militancia de la capital porque sólo figura en las mismas una persona, precisamente el alcalde Pedro Rodríguez, siendo como es la población que más apoyos aporta -por encima del 35%- al total de votantes que en cómputo total obtienen los populares en la provincia. Todos en el PP conocen la forma en que este partido se hace la elaboración de las listas aunque luego se refrende, para dar una cierta apariencia orgánica, por unas Juntas Electorales Provincial, Regionales y Nacionales. El sistema es puramente dedocrático en el seno de una oligarquía reducida de dirigentes que se auto alimentan en sus lealtades y fidelidades a costa de esta obediencia ciega de los que quieran ir aspirando a estar en puestos relevantes de representación. Al margen de que yo considere que este es un sistema que propicia poca vitalidad colectiva, elevado porcentaje de equivocaciones en las decisiones (al ser unipersonales y no democráticas) y que el modelo bloquea procesos de renovación y de entrada de nuevos dirigentes, con lo cual propicia mucho la mediocridad, los únicos que tienen la posibilidad de cambiar esta forma de hacer política en clave interna son los propios militantes de este partido. A los demás, nos queda la posibilidad externa de hacerles reflexionar y de no darle muchos golpes no vaya a ser que la única alternativa al régimen cada mes más consolidado del PSOE también se caiga en esta provincia y volvamos a los tiempos de la larga travesía del desierto político tras la desmembración de la UCD en el año 82.
En esta compleja personalidad de los populares en cuanto a su forma de confeccionar las listas electorales, desde luego, podríamos encontrarnos con algún destello de generosidad por parte de aquellos a los que el paso del tiempo le demanda, por pura lógica de la vida, abrir el paso a otras generaciones. Pero ni eso. Como ya escribíamos, Marquinez, en esta ocasión, no ha librado ningún movimiento desde Madrid porque tiene asegurada la pensión como excongresistas al cien por cien. En esa línea esperaban algunos que se comportara Matías Conde, tanto porque ya se encuentra con una incapacidad aboral desde hace muchos años como porque hace nada le dio su enfermedad algún que otros susto de los que, a veces, no perdonan. Y eso que el viejo dirigente y antiguo amigo tiene un puesto asegurado para entretenerse y ganar unos euros, vía dietas desplazamientos, en el Consejo de Administración de Cajasol y en varias de sus empresas participadas. Apretar como ha apretado a Arenas Pedro Rodríguez (con lo que todos sabemos lo que opina de esta etapa en el PP de Huelva) para ir, cuando menos en las listas del Senado y colocando él mismo a dos acompañantes de poca notoriedad, es de una ambición desmedida que puede terminar pagando, como ya le ocurriera a Arturo Esteban, con el castigo de que muchos votantes del PP, entre militancia y simpatizantes, no pongan la cruz en la casilla de su nombre y sí en la de los otros dos candidatos populares. De no haber ido Matías Conde al Senado estoy completamente seguro de que la confección de las listas hubiera permitido otras combinaciones, pese a las limitaciones del efecto ‘cremallera’ (hombre/mujer o mujer/hombre), y que los alcaldes de Lepe y Moguer, Manuel Andrés González y Juanjo Volante, estarían en lugares de preferencia para sumar esos cientos de votos que pueden resultar clave en el reparto final del último escaño en la provincia de Huelva. Han decidido lo que han decidido y sólo Arenas y Pedro Rodríguez saben los condicionantes de sus decisiones, como ya sabrán la malísima acogida que en Lepe y en Moguer han tenido tanto los modos como la forma de hacer listas electorales a última hora.
Más de uno se preguntará si todo esto puede tener un efecto añadido de cara al próximo congreso provincial de los populares y debo aclararle al lector que en este partido los procesos de cambios, salvo situaciones de crisis o fracaso importante el día 9 de marzo, bien en la provincia, Andalucía o España, que arranque una valiente decisión de dimisión como forma de asumir las responsabilidades de un mal resultado, se producen de arriba abajo. Primero habrá que saber qué pasará con Rajoy y su equipo, luego con Arenas y el suyo y, finalmente, en Huelva pues Pedro Rodríguez cederá gustoso el testigo del partido a quien lo quiera coger (visto que no es lo suyo), siempre y cuando haya alguien con capacidad de asegurarle una mínima estabilidad económica con la subvención que las instituciones otorgan y que se pactan entre partidos intercambiando cromos (yo te doy en el Ayuntamiento y tu mes das en la Diputación, sino me das en el Ayuntamiento pues tampoco te doy en la Diputación). Y hoy lo que existe es una sede maravillosa de los socialistas en un chalet del Conquero (lugar de preferencia de la pequeña burguesía onubense) y el PP una oficina pequeña alquilada que cuesta pagar en muchos de los meses. Con estos cimientos de cada partido, su forma de hacer política internamente y de vertebrarse socialmente, para contar con apoyos y la personalidad de cada uno de sus dirigentes, pues no es nada extraño cuanto ocurra el día 9 esta provincia.
En clave interna, desde luego, las listas han dejado serios descontentos en Lepe y Moguer, dos municipios triunfadores en las elecciones del 27 de mayo pasado y con alcaldes que por primera vez se han alzado con mayoría absoluta, como sorpresa entre la militancia de la capital porque sólo figura en las mismas una persona, precisamente el alcalde Pedro Rodríguez, siendo como es la población que más apoyos aporta -por encima del 35%- al total de votantes que en cómputo total obtienen los populares en la provincia. Todos en el PP conocen la forma en que este partido se hace la elaboración de las listas aunque luego se refrende, para dar una cierta apariencia orgánica, por unas Juntas Electorales Provincial, Regionales y Nacionales. El sistema es puramente dedocrático en el seno de una oligarquía reducida de dirigentes que se auto alimentan en sus lealtades y fidelidades a costa de esta obediencia ciega de los que quieran ir aspirando a estar en puestos relevantes de representación. Al margen de que yo considere que este es un sistema que propicia poca vitalidad colectiva, elevado porcentaje de equivocaciones en las decisiones (al ser unipersonales y no democráticas) y que el modelo bloquea procesos de renovación y de entrada de nuevos dirigentes, con lo cual propicia mucho la mediocridad, los únicos que tienen la posibilidad de cambiar esta forma de hacer política en clave interna son los propios militantes de este partido. A los demás, nos queda la posibilidad externa de hacerles reflexionar y de no darle muchos golpes no vaya a ser que la única alternativa al régimen cada mes más consolidado del PSOE también se caiga en esta provincia y volvamos a los tiempos de la larga travesía del desierto político tras la desmembración de la UCD en el año 82.
En esta compleja personalidad de los populares en cuanto a su forma de confeccionar las listas electorales, desde luego, podríamos encontrarnos con algún destello de generosidad por parte de aquellos a los que el paso del tiempo le demanda, por pura lógica de la vida, abrir el paso a otras generaciones. Pero ni eso. Como ya escribíamos, Marquinez, en esta ocasión, no ha librado ningún movimiento desde Madrid porque tiene asegurada la pensión como excongresistas al cien por cien. En esa línea esperaban algunos que se comportara Matías Conde, tanto porque ya se encuentra con una incapacidad aboral desde hace muchos años como porque hace nada le dio su enfermedad algún que otros susto de los que, a veces, no perdonan. Y eso que el viejo dirigente y antiguo amigo tiene un puesto asegurado para entretenerse y ganar unos euros, vía dietas desplazamientos, en el Consejo de Administración de Cajasol y en varias de sus empresas participadas. Apretar como ha apretado a Arenas Pedro Rodríguez (con lo que todos sabemos lo que opina de esta etapa en el PP de Huelva) para ir, cuando menos en las listas del Senado y colocando él mismo a dos acompañantes de poca notoriedad, es de una ambición desmedida que puede terminar pagando, como ya le ocurriera a Arturo Esteban, con el castigo de que muchos votantes del PP, entre militancia y simpatizantes, no pongan la cruz en la casilla de su nombre y sí en la de los otros dos candidatos populares. De no haber ido Matías Conde al Senado estoy completamente seguro de que la confección de las listas hubiera permitido otras combinaciones, pese a las limitaciones del efecto ‘cremallera’ (hombre/mujer o mujer/hombre), y que los alcaldes de Lepe y Moguer, Manuel Andrés González y Juanjo Volante, estarían en lugares de preferencia para sumar esos cientos de votos que pueden resultar clave en el reparto final del último escaño en la provincia de Huelva. Han decidido lo que han decidido y sólo Arenas y Pedro Rodríguez saben los condicionantes de sus decisiones, como ya sabrán la malísima acogida que en Lepe y en Moguer han tenido tanto los modos como la forma de hacer listas electorales a última hora.
Más de uno se preguntará si todo esto puede tener un efecto añadido de cara al próximo congreso provincial de los populares y debo aclararle al lector que en este partido los procesos de cambios, salvo situaciones de crisis o fracaso importante el día 9 de marzo, bien en la provincia, Andalucía o España, que arranque una valiente decisión de dimisión como forma de asumir las responsabilidades de un mal resultado, se producen de arriba abajo. Primero habrá que saber qué pasará con Rajoy y su equipo, luego con Arenas y el suyo y, finalmente, en Huelva pues Pedro Rodríguez cederá gustoso el testigo del partido a quien lo quiera coger (visto que no es lo suyo), siempre y cuando haya alguien con capacidad de asegurarle una mínima estabilidad económica con la subvención que las instituciones otorgan y que se pactan entre partidos intercambiando cromos (yo te doy en el Ayuntamiento y tu mes das en la Diputación, sino me das en el Ayuntamiento pues tampoco te doy en la Diputación). Y hoy lo que existe es una sede maravillosa de los socialistas en un chalet del Conquero (lugar de preferencia de la pequeña burguesía onubense) y el PP una oficina pequeña alquilada que cuesta pagar en muchos de los meses. Con estos cimientos de cada partido, su forma de hacer política internamente y de vertebrarse socialmente, para contar con apoyos y la personalidad de cada uno de sus dirigentes, pues no es nada extraño cuanto ocurra el día 9 esta provincia.
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