lunes, 28 de abril de 2008

Los tiempos en manos sólo de los socialistas

A lo mejor puede pensar el lector que mis comentarios pecan a veces de reiterativos al insistir mucho, y más después de los resultados electorales que se han dado tanto en las elecciones municipales del año pasado como en las autonómicas y generales de este, en la tremenda responsabilidad que tienen todos los dirigentes socialistas con la provincia. No hay proyecto que ahora mismo esté en marcha, sea proveniente de inversión pública o privada, que no pase por sus manos y por la toma de decisión en los centros de poder del PSOE de Huelva. Es más, creo que empiezan a estar hasta abrumado por las llamadas que reciben de unos y otros preguntando por “lo suyo”, ya que quitando las cuatro islas de los ayuntamientos en manos de los populares, que también dependen de tramitaciones en manos de gobernantes socialistas, todo está concentrado en un único centro de decisión. Es lo que han querido los ciudadanos, es verdad, y nada que objetar a estas votaciones, pero no suele bueno en los sistemas democráticos tanta concentración de poder y que todo quede en unas mismas siglas políticas.
De los socialistas lo que más me inquieta, aparte de que intenten todavía contener mediáticamente la realidad de crisis o recesión económica que se les viene encima con ruedas de prensa contando cuatro resultados económicos optimistas para la provincia, es el mal manejo que hacen de los tiempos en cada legislatura y ese empeño de obligar a que se adopten decisiones administrativas desde una óptica de mera oposición y asfixia económica a aquellos pocos ayuntamientos que gobierna el PP en Huelva. Cada vez, por ejemplo, que alguien saca a la luz el proyecto urbanístico de Isla Chica hago una mirada retrospectiva y se me caen los palos del ‘sombrajo’ cuando como conclusión sacó que llevamos casi diez años esperando que esta inversión y actuación en una de las zonas más necesitadas de la capital se ponga en marcha. Casi diez años esperando que se pusieran de acuerdo y ahora, vayan ustedes a saber, los años que nos queda en verlo hecho realidad y más cuando los apoyos financieros para toda iniciativa de construcción están mal vistas en los bancos. ¿Han echado número los políticos del PSOE, sobre todo, y del PP en las repercusiones económicas negativas que estos diez años han generado en todo el conglomerado comercial, hostelero y de otros negocios de la barriada de Isla Chica?
Pero no es lo único. El famoso Plan de Ordenación del Litoral, que nos llegó en los buenos momentos de la inversión en el turismo residencial y hotelero, provocó retrasos y paralizaciones de muchos planes de ordenación urbana. Hasta catorce planes de ordenación han estado retenidos en la Consejería de Obras Públicas y en la Comisión Provincial de Urbanismo, algunos de ayuntamientos socialistas y otros de los populares. ¿Cuánto ha costado esto a la provincia y cuándo y cómo podrá recuperarse la inversión ya pérdida? ¿Y es posible, además, que se pueda aventurar que todavía es posible sacar adelante este modelo económico en el litoral cuando hay ofertas en otros muchos países, en especial Brasil y México, que seducen más que nuestras potencialidades naturales, y más con el dólar devaluado con respecto al euro?
El tiempo, la adopción de decisiones en los momentos adecuados, son vitales en el conjunto de la economía porque los ciclos son cambiantes en todos los sectores productivos pero también lo son las circunstancias de un mundo cada vez más globalizado. Ya hay otro toque de atención desde los mismos promotores en Huelva del Ensanche, que supondría poner en marcha la nueva ciudad capitalina de este siglo: “los tiempos se agotan y puede ser que este proyecto, si sigue tardando, no se podrá ejecutar”, más o menos ha venido a indicar su principal interlocutor. En los tiempos que corren, sus palabras no son ningún farol sino un serio aviso a la clase gobernante provincial y hasta autonómica. Es que cada proyecto empresarial tiene su momento y sus tiempos de ejecución y ahora, además, todo transcurre con enorme velocidad en los esquemas de financiación privada. Sin ir más lejos, les recuerdo a organizaciones empresariales y sindicales que vamos para dos meses desde que se reunieron con los dirigentes socialistas para poner en marcha un plan de reindustrialización en la provincia: ¿sabemos ya algo de este plan, de cuánto dinero se va a disponer y quién se ha responsabilizado de dar el siguiente paso? ¿O esperamos a que nos hagan provincia campeona en España en cuanto a cifras de parados y nos teman en el libro de los Guiness como un atractivo más de carácter turístico…y bajo la protección, como especie natural, humana, con problemas de supervivencia, en manos de la Consejería de Cinta Castillo?

domingo, 27 de abril de 2008

Austeridad, palabra olvidada entre políticos

Ya les decía la semana pasada que cada vez que escuchaba al vicepresidente económico del Gobierno de Rodríguez Zapatero, Pedro Solbes, me echaba a temblar porque este hombre nunca acierta en ninguno de sus pronósticos y estimaciones, y lo que es más grave todavía hace calificaciones de la situación económica de España en la que parece que nos toma a todos por tontos, si bien es cierto que a casi once millones de españoles le supo colar no hace más de dos meses sus argumentaciones en el debate televisivo que mantuvo con un inexperto comunicador político como Manuel Pizarro, por el PP, en plena campaña electoral del 9 de marzo. En varias ocasiones les he recordado a los lectores que el presupuesto del año 2007 lo hizo sobre la base de un barril de petróleo, entre otras estimaciones, en torno a los 34 dólares y terminó en ese año en casi los 90. Una equivocación porcentual de casi un 300%, que ya es errar en el conocimiento de los mercados internacionales de las materias primas. Pero es que no hace ni cuatro meses, a finales de diciembre, el Congreso de los Diputados aprobó un presupuesto para el Estado en el 2008 sobre la base de un crecimiento del 3,1% y este viernes ya ha tenido que anunciar, sin ningún sonrojo por cierto, que podemos estar en el 2,3%, lo que supone un recorte de ocho décimas que porcentualmente supone reducir en un 25% sus estimaciones, con las correspondientes consecuencias que este dato conlleva en todos los demás elementos de la contabilidad pública. Y existe una coincidencia generalizada entre otros organismos internacionales de índole económico-financiera e institutos de estudios de que España estará rondando tan sólo el 1% en este año del 2008, lo que de confirmarse sería ya en toda regla no una crisis sino una recesión de consecuencias imprevisibles.
Con este panorama tan oscuro que el Gobierno va desvelando día tras día porque las cifras lo dejan en evidencia (y eso que existe entre sindicatos, organizaciones empresariales y partidos de la oposición la sospecha de que los datos del paro están trucados) y después de conocerse en esta misma que Huelva, pese a encontrarse en plena campaña fresera (que es la genera más jornales en el año), se encuentra entre las tres peores provincias de toda España en cuanto a la tasa de desempleados según la Encuesta de Población Activa (casi seis puntos por encima de la media de España y uno por respecto a la de Andalucía), todavía no he encontrado por parte de los gobernantes de las instituciones locales de la provincia de Huelva, Ayuntamientos, Diputación y Mancomunidades, pronunciar ni una sola vez la palabra austeridad, o lo que es lo mismo la puesta en marcha de unos mecanismos de ajustes de sus respectivos presupuestos aprobados para el año 2008, visto que al descender los ingresos es prácticamente imposible cumplir con los mismos salvo que sea con cargo a aumentar el enorme déficit y endeudamiento que todos arrastran para quebranto de miles y miles de empresas proveedoras locales que han empezado a entrar por su culpa e irresponsabilidad en situación preocupante desde el punto de vista financiero.
Todas las familias onubenses y empresarios saben ya desde hace meses que hay que ajustarse el cinturón ante lo que viene, pero ¿y los políticos?, ¿se han enterado los políticos de que esto ha cambiado y de una manera abismal, rápida y sin que se conozca todavía dónde se haya el punto de inflexión? ¿Acaso no han notado todos los ayuntamientos que han bajado las licencias de obras, apertura de negocios e incluso matriculaciones de vehículos? ¿Acaso no tiene conciencia el Servicio de Gestión Tributaria Provincial, que recauda los impuestos de muchos ayuntamientos, que se ha elevado el nivel de morosidad y de retraso en los pagos? Es verdad que si el vicepresidente Pedro Solbes, después de rebajar nuestra cifra de crecimiento y reconocer que en tres meses se ha despachado la mitad del superávit público que arrastrábamos (y en el que no se incluye el déficit de Comunidades autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos) no dice nada de adoptar de inmediato medidas de austeridad presupuestaria, pues se podría comprender que esta cultura de ahorro no descienda en los siguientes escalafones de las distintas administraciones. Pero digo yo que sería lo sensato, la responsabilidad de todo cargo público y que además tenga dos dedos de luces: si está admitido, reconocido y publicado (con toda desvergüenza política) que ya hay crisis y que ésta nos generará menos ingresos en las arcas del Estado, y de ahí todo ya para abajo en Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamiento, por una cuestión de sumas y restas, no es lo lógico y como único remedio posible el empezar a reducir, y manifestarlo públicamente, en la misma medida los gastos y en especial los gastos superfluos, innecesarios y de auténticas payasadas que vemos publicados en los medios de comunicación. Y volver con imaginación, y acudiendo a los nuevos fondos tecnológicos que la Unión Europea anuncia para España en los próximos años (acabado los fondos de cohesión y estructurales) a recuperar esa cultura de lo que en los noventa se llamaba desarrollo local, sabiendo encontrar aquellos sectores productivos que pueda generar actividad económica, siempre y cuando (que es el centro del problema de esta crisis, la escasa liquidez de bancos y cajas) las entidades financieras quieran y puedan apoyar con recursos económicos este impulso de la vida empresarial. ¿Tanto trabajo cuesta entender este razonamiento de imperiosa austeridad?