El mundo del fútbol es complicado, un negocio, además, cada día más pujante donde los euros marcan también la diferencia entre los equipos que compiten en la Primera División, la llamada Liga de las Estrellas. Para suerte de los miles de aficionados albiazules y para la misma Huelva, como marca con destino turístico propio, el hecho del que el Recreativo esté entre los equipos de la élite del balompié es una auténtica suerte, un privilegio, una fortuna a merced de muy pocas capitales de provincia y menos con la población la capacidad económica de Huelva. Pero lo cierto es que estamos y llevamos así dos años seguidos, dos temporadas, y esto es inédito en los cien años del club y fruto del buen trabajo, también ha que decirlo, que se hizo el año pasado por partes de todos los estamentos que componen el Recreativo como colectivo, desde el Consejo de Administración, plantel técnico, jugadores, aficionados y hasta medios de comunicación. Todos sabíamos lo difícil que era permanecer y se le dio importancia a todo lo que se hacía cada domingo por el equipo hasta que éste fue ganando confianza en si mismo y se consolidó en los puestos tranquilos de la tabla clasificatoria mientras que los que se quedaron debajo de la clasificación se iban hundiendo por la misma falta de fe en sus posibilidades.
Esta temporada los resultados deportivos no están acompañando al equipo, en especial las últimas cinco jornadas y esto ha empezado a poner nerviosos a muchos. Además desde el mismo inicio del campeonato ha venido escuchando comentarios tertulianos en un contexto de derribo que me recuerda mucho a la temporada de Quique Hernández (siempre, curiosamente, con el mito del sinvergüenza de Viqueira –se llevó un sueldo sin trabajar para no jugar, so pretexto de una lesión, los partidos que podían dejar al club unos euros en el caso de un posible traspaso- detrás del mismo escenario) en la que teniendo el ascenso en la manos lo perdimos porque empezamos a enredarnos en otros asuntos y se perdió la mayor virtud de un equipo pobre en recursos económicos: la unidad de todos y el trabajo colectivo. Lo decía al principio de la liga, cuidado este año y que nadie pierda la verdaderas posibilidades del Recreativo, que no son otras que sufrir, hasta el último minuto, y codearse con los diez equipos que de media tabla para abajo lucharán domingo a domingo por eludir el descenso. Y enfatizaba: lo de la temporada fue excepcional y tal vez irrepetible porque con los medios económicos que se contaban y el esfuerzo que se hizo en el último minuto para recomponer la plantilla con seis fichajes de golpe, lograr lo que se logró tuvo mucho de milagroso y de esa suerte especial que se le suele venir al alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, cuando entra en campaña electoral y en este 2007 fueron, les recuerdo, las elecciones municipales.
En las competiciones de juego colectivo, y el fútbol lo es, el ambiente, la predisposición como conjunto y la personalidad que se imprima al plantel también compiten. Víctor Muñoz como entrenador es el único que puede imprimir a sus profesionales, de ese carácter, de esa personalidad. Al Español, que nos ganaba, se le remontó en minutos porque desde sus entrañas el equipo recreativista sacó esa casta y energía que todo equipo modesto necesita tener para competir en una competición desigual si miramos los recursos económicos y deportivos con los que cada club entra en la competición. Pero la grada también juega y al jugador le llega al césped las trasmisiones positivas y negativas que de ella se viven, como le llegó –estoy seguro- el mayor interés de los aficionados por lo que hacía Fernando Alonso que por lo que ocurría abajo mientras el Mallorca, más centrado en lo que tenía encomendado por su entrenador, sólo y exclusivamente pensaba en el partido en llevarse los dos puntos para seguir en la zona tranquila de la tabla clasificatoria.
Este domingo tenemos una oportunidad de desquitarnos todos. El Recre y su afición tienen que ser lo que siempre ha sido y eso debe llegar a los jugadores y al entrenador. Necesitamos a ese equipo de carácter que trasmita a la misma grada que quiere luchar, sudar y trabajar no dando por perdido ningún balón. Más que cuestiones de sistemas, a veces los partidos se pierden por falta de concentración y por falta de echarle lo que hay que echarle para que los balones caigan de nuestro lado. Si algo tengo que recriminarle a este entrenador es que, quitando esos minutos del Español, al Recreativo que él como profesional ha configurado como once, le falta casta, personalidad y coraje y tal vez por esa ausencia colectiva todo lo que en sensu contrario hace Martín Cáceres pues es tan celebrado y aplaudido por la grada, aunque en su precipitación y entrega también sus fallos por la misma precipitación e ímpetu que imprime en sus acciones como jugador. Esa tensión colectiva en lo deportivo es lo que debe prevalecer hoy en el Estadio y no cuestionamientos a todo cuanto se ha hecho en esta temporada, desde el mismo fichaje del entrenador al de los jugadores que han venido con un importante desembolso, por cierto, desde las arcas del club hasta el límite de lo que se podía permitir. Hay que cerrar filas, volver a es identidad como club que sabe de sus posibilidades reales y que esa energía viaje de la grada al césped y del césped a la grada. Quedan muchos partidos por delante y las diferencias entre una decena de equipos son mínimas y esa puede ser la tónica de esta temporada salvo que alguien se descuelgue y se entregue antes de tiempo. Algo que percibo en esa Huelva que tan poco me gusta y que suele pasar del todo a la nada con cierta facilidad y guiada por un talante ‘negativista’ y derrotista, camuflado bajo ese amor farseado a una Huelva de quejido y criticón que tanto trabajo nos cuesta desterrar y a la que este año algunas tertulias han querido volver a dar amparo pérdidas en resentimientos más personales que de interés general.
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