Sin apenas dolor y sin necesidad de ‘cesárea, por está casi en fecha cumplida, alumbró, por fin, el alcalde de Huelva su nuevo gobierno municipal. Y aunque tarde, para no romper su costumbre, el parto ha sido feliz. Creo que es un buen encaje de las piezas con las que cuenta y que puede sacarle mucho partido como alcalde a esta estructura nueva de esquema de trabajo para los próximos cuatro años porque ha sabido conjugar la continuidad en aquellas súper concejalías que ha funcionado bien con la oportunidad de quienes venían pidiendo más responsabilidades y ese toque de riesgo colocando a Carmen Sacristán al frente de la Policía Municipal y de los Bomberos, riesgo no por su condición de mujer –que sería machista la visión- sino porque como concejal no había ocupado hasta ahora un puesto de tanta responsabilidad. Estoy seguro que lo hará bien porque al área de Turismo le había dado en los últimos años un fuerte impulso y había sabido marcar una personalidad que proyectar a Huelva como ciudad con reclamo para los visitantes.
En alguna ocasión se ha escrito por alguien con poco conocimiento del capital humano que el acalde de Huelva, Pedro Rodríguez, ha tenido a su alrededor para gobernar la ciudad que poco podía hacer éste para componer un buen equipo porque "hay lo que hay". Mi visión, después de conocer a unos y otros y lo largo de doce años, es que el alcalde de Huelva es un dirigente político afortunado por contar en su entorno con personas de la lealtad, entrega y capacidad de gestión que ha venido demostrando el núcleo duro –los que han permanecido y algunos que incomprensiblemente se han quedado fuera- de le viene acompañando legislaturas tras legislaturas. Los equipos se cambian o se renuevan cuando no funcionan, pero no porque análisis caprichosos externos, sin base real ni documental a tenor de los propios resultados electorales obtenidos, hablen o escriban pidiendo la cuadratura del círculo. Es un decir. Lo que ha quedado probado, y más en la legislatura que ha terminado, es que el equipo de gobierno que acompañó al acalde en la etapa 2003-07 había llegado al final con los deberes cumplidos y con muchos logros en las alforjas: parque moret, nuevo mercado, ensanche, nueva plaza de las monjas, etc., etc. Tal vez el mismo resultado electoral obtenido no responde –y seria bueno analizar el motivo- a la buena labor desplegada en este mandato, muchísimo mejor que la del 1999-03, que costó mucho trabajo al mismo alcalde presentar en campaña acciones de gobierno de calado como las que ahora ha podido presentar para su propia satisfacción personal como gobernante.
Una parte importante del equipo de gobierno municipal lleva en cargos de responsabilidad entre ocho y doce años –los socialistas, no lo olvidemos, estuvieron 16 años gobernando la capital y a esa misma cifra se acerca ya este equipo de Pedro Rodríguez- y está, como los buenos toreros, en el momento idóneo para sacar mayor rentabilidad social a las actuaciones porque conocen a la perfección la maquinaria del Ayuntamiento, han ido formando equipos directivos alrededor de su área y ya tiene aprendido el truco de encajar los números del presupuesto con las necesidades crecientes ciudadanas, muchas de ellas ni tan siquiera competencias del municipio y que corresponden, en su inmensa mayoría, a la administración autonómica. Es responsabilidad ya del alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, saber dirigir a este equipo humano, formando por personas que sienten y padecen (y no es una frase dicha al azar) y que tienen en la política municipal una forma de realizarse desde el lado de la función pública como dirigente pero también desde el aspecto profesional. Cuidar a este equipo, cohesionar y aglutinar es lo que dará al propio alcalde, como político, su mejor rendimiento pensando en afrontar proyectos ambiciosos para presentarse en el 2011 cargado de tareas cumplidas en la nueva cita con los electores.
Porque hay algo que también quiero dejar claro. Hay quienes han querido ver en la nueva composición de este gobierno municipal un mensaje del propio alcalde en clave sucesoria. No conocen bien a Pedro Rodríguez los que elucubran con estas cuestiones porque en la mente del regidor municipal, acaba de cumplir los 63 años, no hay pensado todavía un final en su trayectoria como alcalde, ni se lo ha planteado ni su carácter es de los que quieran retirarse porque no sea capaz de aguantar la responsabilidad y el sacrificio de estar todos los días del año al pié del cañón. El alcalde disfruta con lo que se hace, creo que esta viendo cumplido el sueño de su vida, desde que acompañaba a su padre, como fotógrafo, en las grandes celebraciones de la ciudad y ese sueño le gustaría que no terminara nunca. No hay, por tanto, ningún nombramiento en los que ha hecho en clave de sucesión, no hay delfín o delfines nombrados y todo encaja con la peculiar personalidad de este alcalde, que le ha dado últimamente en tardear con los alumbramientos de sus decisiones claves (formación de las candidaturas y gobiernos municipales) hasta el punto de más de no pensamos que hay que llevarlo a urgencias, a prisa y corriendo, a que le hagan la ‘cesárea’ política. Eso sí, Arenas, que no aparezca mucho porque como diagnosticador de males no hay cosa peor y puede terminar confundiendo un simple parto municipal con una crisis de las que él, cuando ha entrado en Almería y Jaén, tiene experiencias desastrosas para la vida posterior del partido.
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