Aunque en las elecciones autonómicas y legislativas del 2004, como consecuencia del brutal atentado de Madrid, jugaron muchos factores, no es normal lo ocurrido con Izquierda Unida, que su candidato a la Presidencia de la Junta y cabeza de cartel, que iba primero en la lista por Huelva, no fuera capaz de sacar ni tan siquiera su escaño en el Parlamento andaluz. Fue un duro golpe para Diego Valderas y que a otro político, con otras sensibilidades, ética y compromiso, le hubiera obligado a marcharse, por pura decencia, a su casa. Escardado como está de aquel traspiés, el dirigente comunista bollullero busca a la desesperada que una provincia le asegura cuando menos el escaño en la próxima cita electoral, máxime cuando una pérdida de la mayoría absoluta por parte del PSOE le podría devolver, cuando menos, a ocupar la Presidencia del Parlamento, cargo en el se sentó hace años muy a gusto y al que parece haberle cogido cierto apego. Y por eso no quiere ir por Huelva, donde la cosa se presenta ajustada, sino que lo ha intentado, con un rechazo mayoritario de la militancia, por la provincia de Sevilla en la que las encuestas parecen dar un mejor resultado.
A expensas de lo que ocurra en la Asamblea Regional de Izquierda Unida, convocada para mediados de diciembre en Matalascañas, Diego Valderas debería ser consciente de que es, precisamente, en Huelva donde su formación más lo necesita ahora para asegurarse ese escaño que los socialistas, o el andalucismo de Miguel Romero, le birló en las pasadas elecciones. Toda la estrategia de estos últimos años de la coalición en la provincia de Huelva, desde las elecciones municipales del 2003, han venido marcadas por la línea marcada desde la ejecutiva regional y las directrices muy personales del mismo Diego Valderas de convertir a Izquierda Unida en la muletilla de apoyo de los socialistas hayan donde lo requieran para no mezclarse en nada con los votos o los apoyos de los populares en ningún municipio donde pudieran gobernar. Entregaron por unas migajas de despacho y unos cuantos asesores, y más después de la ‘opa’ que le hicieron en Aracena a su mejor candidato en la provincia, Manuel Guerra, las importantísimas alcaldías de Valverde y Bollullos par del Condado a los socialistas en el 2003, cuando el PSOE más debilitado había quedado. Y lo peor es que lo ha vuelto a hacer ahora, cediendo en Bollullos, cuando otra vez los socialistas le han vuelto a ‘opar’ a su candidato en las anteriores elecciones en Valverde para asegurarse con toda comodidad este notable ayuntamiento de la provincia. Le importó poco el feo de Ayamonte, donde ni se sentaron a hablaron con la coalición y los socialistas prefirieron de inmediato la comodidad de un Partido Andalucista en la deriva, ni parece preocuparle el acoso al que tienen sometido los mismos socialistas al alcalde y grupo municipal de la coalición en Cortegana. Diego Valderas ha defendido, pregonando y mantenido una estrategia de entrega absoluta al PSOE para que nadie le pueda recriminar desde la izquierda ningún pacto o compromiso con los populares y esa línea política es también la que los electores van a examinar en la cita del próximo 9 de marzo. Huelva le ha sido al dirigente regional de Izquierda Unida muy leal, disciplinada y no digamos de la resignación que muestran muchos miembros de la agrupación de Bollullos y debe servir, a cambio, la entrega y el empuje que toda candidatura en la que figura el número uno a la Presidencia de la Junta tiene. Desde mayores apoyos en soportes publicitarios para la campaña hasta una mayor atención del interés informativo. Izquierda Unida se va a jugar el escaño, y ellos lo saben, por un puñado de votos otra vez y si en el 2004 no salió, porque fue una consulta excepcional por el atentado, ahora presencia de Valderas en las listas por Huelva puede resultar decisiva. Se la juega Diego Valderas, es cierto, porque puede quedarse otra vez fuera y tiene que irse para casa de una manera forzada, pero también se la juega la misma coalición porque un escaño arriba o abajo en el cómputo regional puede ser la noche del 9 de marzo el que los socialistas vuelvan a seguir en Andalucía de paseo triunfal o que tenga que pactar con la coalición para formar gobierno.Las reacciones que exhibe Diego Valderas cuando se le menciona la posibilidad de que pueda ir como cabeza de lista por Huelva es la de un ‘candidato a palos’, forzado, y pensamos que se equivoca porque es ahora cuando más que nunca su compañeros le necesitan y de él mismo, sino hubiera sido tan medroso, debería haber salido asumir la responsabilidad de tirar de los votos en su provincia de origen. Todavía está a tiempo de rectificar y acudir a la convocatoria de la Asamblea Regional en Matalascañas como el dirigente comprometido que conocíamos y como quien anda asustado al búsqueda del mejor refugio antes de la retirada de la política, su oficio de casi toda la vida.
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