Hace meses lo escribía en esta misma esquina de página que me concede EL MUNDO HUELVA NOTICIAS. No es lógico, ni racional, en un sistema democrático –hecho para la participación y el consenso- que en la provincia de Huelva tengamos unos representantes de los dos máximos partidos políticos con representación, PSOE y PP, que no se hablan entre ellos desde que cada uno llegó a ocupar la dirección de su formación política. Javier Barrero y Pedro Rodríguez no ha escenificado, ni por pura cortesía, el más mínimo encuentro que se espera de quien ostenta, por designación popular, la representación de dos ideologías, de dos programas de gobierno, pero nunca de dos enemigos irreconciliables. Las últimas sentencias que se han producido estos días, reflejo de la absurda y obstinada judicialización de la vida política en la provincia de Huelva, ha motivado que desde muchas otras columnas de opinión y por compañeros que analizan la realidad cotidiana de Huelva se demande este diálogo entre partidos para evitar la situación de extrema confrontación entre las dos principales formaciones con responsabilidad de gobierno en nuestro territorio. La coincidencia es general sea de la tendencia que sea el medio de comunicación porque lo que está ocurriendo en Huelva no creo que se dé en ninguna otra provincia de España, que socialistas y populares, más en concreto sus dos máximos mandatarios, viven de espaldas el uno del otro, exteriorizando en el seno de cada uno de sus partidos políticos una brecha personal carente de todo sentido.
Es verdad que el caso Isla Chica-Recreativo de Huelva abrió una importante herida merced a las directrices marcadas por Javier Barrero al Grupo Municipal Socialista, y seguidas al pie de la letra por Pepe Juan Díaz Trillo, de sentar a toda costa en el banquillo al alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, y varios de los concejales. Los socialistas, que no asumieron nunca la dura derrota de las elecciones municipales en la capital, con la amplia mayoría obtenida por el PP, tomaron el camino de los tribunales como única forma posible, al parecer, de poder derribar a sus adversarios y el carisma que el alcalde popular tiene entre la ciudadanía. Aparte de crear, tal vez, este abismo que ahora parece insalvable entre unos y otros en el terreno personal, los dirigentes socialistas cometieron el gran error de convertir a Pedro Rodríguez en una víctima y todo, además, por haber querido salvar el Recreativo de Huelva de la desaparición. Un mensaje demoledor para el PSOE de Huelva capital que le sigue y seguirá pasando factura al socialismo porque el recreativismo de corazón lo pasó muy mal y no entendió nunca ver al alcalde entrando en los juzgados a declarar. Pero todo esto, y lo recuerdo tanto para Javier Barrero como Pedro Rodríguez, ocurrió hace ocho años y no podemos estar anclado en esta provincia en esta afrenta con la cantidad de temas que podrían solucionarse simplemente hablando y hablando en pro de los intereses generales de Huelva.
Además atrás han quedado las elecciones municipales y el veredicto ciudadano no ha podido ser más aplastante para los socialistas, un poco más y volvemos, como también señale durante los días de campaña, a los tiempos en que desde el mismo socialismo onubense se nos reclamaba a algunos, entre los que me encuentro, que ayudáramos, por el bien de la misma democracia, a forjar un centro derecha en Huelva. No son tiempos ahora de jugarse ayuntamientos ni el control en la Diputación y sí, es verdad, que tenemos por delante en los próximos meses unas elecciones generales y autonómicas en la provincia en cuestión de meses pero la importante implantación socialista, y más después de controlar, nada más y nada menos, que sesenta ayuntamientos hacen poco previsible un vuelco electoral y las distancias entre ambas formaciones se van a mantener en línea con comicios anteriores, escaño autonómico arriba o escaño abajo del PSOE o del PP, pero poco más se disputa cada uno en esta nueva cita ante las urnas. Huelva, en cambio, tanto en la capital como en la provincia, se juega mucho más cosas para avanzar si ambos partidos políticos hablan porque proyectos importantes que generan riqueza y bienestar están estancados y a golpe de sentencia judicial.
Para más inri, todo hace indicar que después de esta nueva campaña de autonómicas y generales, tanto en el PSOE como en el PP, a nivel provincial y secuencialmente con lo que vaya ocurriendo en los liderazgos nacionales y regionales, se va a producir en Huelva cambios en los direcciones de ambas formaciones. Pedro Rodríguez tiene más que asumido, y en la coincidencia ya es general en todos los despachos decisorios, que no es posible compatibilizar la alcaldía de la capital y la presidencia de un partido que requiere mucho tiempo de dedicación para asentarlo en los pueblos de la provincia, tu auténtico talón de Aquiles. Y Javier Barrero, que llegó a caballo de la renovación hace ya más de diez años, no puede perpetuarse en un cargo por más tiempo salvo riesgo de que le salga una corriente interna de contestación con los mismos argumentos que él tan hábilmente esgrimió a la hora de derribar a Carlos Navarrete y a los suyos. Ambos políticos, pues, tienen pocos razones de peso y más a estas alturas de sus respectivas carreras políticas para eludirse mutuamente y más cuando es un clamor, al que se unió hace unas semanas la propia Federación Onubense de Empresarios, la necesidad de que hablen e intenten entenderse en cuestiones que sean beneficiosa para la provincia. Espero de den la talla, que ya es hora, y en esto de la política, y en democracia, lo menos importante es quien da el primer paso sino que ejerzan de una vez los dos de políticos de altura, que como decía el mismo rector de la Universidad de Huelva en unas recientes declaraciones, no es algo de lo que podamos presumir mucho en la provincia, visto lo visto hasta ahora.
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