domingo, 13 de enero de 2008

Días cruciales para el avance de Huelva capital

Los periódicos económicos de carácter nacional se hacía eco ayer del la voluntad mostrada por el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero de acudir en ayuda, vía de créditos ICO, de las principales inmobiliarias y promotoras de vivienda de España ante el grave problema de liquidez que están afrontando para responder en tiempo y forma a la banca en los compromisos que estaban adquiridos y que asciende en algunos casos a cifras astronómicas de hasta 8.000 millones de euros (que se dice pronto). Una ayuda que de darse vendría a reparar, al menos en últimas instancias, el enorme daño causado a todo el sector por la política descabellada de una gran parte de los dirigentes socialistas empeñados durante esta legislatura en demonizar toda esta actividad productiva confundiendo a los especuladores e intermediarios, que los hay en todos los sectores económicos, con los empresarios normales y corrientes que han trabajado para buscar la legitimidad y necesaria rentabilidad de sus empresas, que es a la postre también la estabilidad en la creación de empleos y del bienestar de muchas familias. No sé si la acción del Gobierno de Rodríguez Zapatero, que tiene por delante el trance de las elecciones generales a la vuelta de la esquina, el próximo 9 de marzo, va a poder aguantar la avalancha del fuerte movimiento sísmico que ahora mismo existe en todo el sector de la construcción y que no afecta sólo a las grandes inmobiliarias sino también a muchas pequeñas y medianas empresas de provincia, entre ellas Huelva, que se había metido en comprar demasiado bolsa de suelo o si el estallido se va a producir en plena campaña electoral. Esa es una incógnita por despegar y que conoceremos en las próximas semanas.
Este interés, de todas formas, de la clase dirigente socialista ahora por el sector del ladrillo no cuadra con las zancadillas y obstáculos que se siguen poniendo en Huelva capital por parte de la Junta de Andalucía, y más cuando está empeñada en público la palabra dada del mismo presidente Manuel Chaves al alcalde Pedro Rodríguez, al desarrollo y avance de una inversión tan importante y cualificada, y que también se enmarca en el sector inmobiliario, como es el desarrollo de toda la zona del Ensanche Sur. Esta semana hay fijadas reuniones claves entre representantes del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía para desbloquear los temas que tienen paralizado el proyecto y en concreto el paso inicial de la inscripción preceptiva de la Junta de Compensación por parte de la Consejería de Obras Públicas. Ha trascendido que en el campo de los distintos contenciosos jurídicos que todavía se mantienen entre ambas instituciones, la Junta le ha manifestado al titular del juzgado número 2 de lo Contencioso de Huelva que, pese a que el fondo principal ya está fallado sobre la validez de la operación de venta que por concurso público hizo el Ayuntamiento hace ya varios años, mantenga las medidas cautelares en lo relativo a la no inscripción de esta Junta de Compensación. En el plano jurídico poco fundamento puede tener la petición de unas medidas cautelares ante algo ya fallado, que era el principal motivo de este pleito –que la venta carecía de validez legal- pero en el plano político la decisión de los responsables de la Consejería de la Junta tiene muchas interpretaciones y desde luego ninguna de ellas buena. Porque por un lado se deja en evidencia nada mas y nada menos que al presidente de la Junta, como si Manuel Chaves no pintara nada y su palabra de nada sirviera y, en segundo lugar, se vuelva a poner de manifiesto hasta qué punto prevalecen en la delegación provincial de esta consejería en Huelva las directrices perversas y malintencionadas de algunos dirigentes provinciales en su obsesión ya por todos conocidas de que al “ayuntamiento de Huelva ni agua”.
Aparte de la personalidad que se vuelve a trasmitir de quienes en este momento las riendas y el control del PSOE de Huelva en sus manos, dada la situación global de la economía y la especial coyuntura que se vive en el sector de la construcción, y a la que nos referíamos al principio del artículo, se entiende bien poco esta falta de altura de miras y una ausencia total de responsabilidad ante el progreso y el avance de Huelva capital, que es también el avance y progreso, con toda seguridad, de cientos de familias y de miles de trabajadores porque ahora más que nunca hace falta buscar motivos y alicientes que puedan dinamizar la economía y el Ensanche Sur es uno de los principales estímulos que pueden darse si de una vez por todas se quitan todas las trabas y se encauza con la normalidad lógica la tramitación urbanística de esta zona de la capital que cambiará brutalmente toda la fisonomía del centro urbano de Huelva y nos permitirá acercar la ciudad a la ría, a la vez que se derriba el muro de la Avenida Italia cuando la nueva estación del AVE esté construida donde comienza el barrio del Matadero. Proyectos de esta envergadura sobrepasan el mandato de un alcalde y puede ocurrir, porque le pasó a Juan Ceada con las obras de la Avenida de Andalucía, que este cambio profundo de la ciudad lo capitalice dentro de cuatro u ocho años un alcalde hasta de color socialista, de ahí que cueste trabajo entender este empeño de cuatro dirigentes socialistas y de los delegados de la Junta que le hacen el juego por bloquear y bloquear este asunto sin miramiento y sin respetar ni al mismísimo presidente de la Junta de Andalucía. Hay cuestiones en la que los políticos no deberían aplicar criterios partidistas porque sobrepasan legislaturas y mandatos y lo que se pone en juego son asuntos de enorme trascendencia en el mismo devenir de las ciudades y de sus vecinos. Me cansa esta forma de hacer política, creo que además el ciudadano está también agotado porque ve la cruda realidad del presente, sombrío y oscuro en lo económico, y lo que a todos nos pide el cuerpo es que vuelvan las etapas de desarrollo y de impulso, por encima de banderías y de colores políticos. O acaso Rodríguez Zapatero pensó nunca que iba a tener que acudir con dinero del Estado, para salir ileso hasta las elecciones generales de una crisis bursátil, en ayuda de los que él ha denominado hasta la saciedad, junto a otros compañeros, especuladores y otras lindezas durante estos últimos años.

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