En Huelva ocurre, a veces, que las mejores notas históricas pasan desapercibidas. Ocurre en muchas cuestiones de la vida cotidiana y casi en todas las facetas. Somos una provincia dada al ‘péndulo’ social, tan pronto encumbramos como ninguneamos; tan pronto sacamos a hombros como nos mostramos fríos y pasotas ante momentos estelares. Con el Recreativo de Huelva, y me asomo desde esta esquina de página al mundo deportivo, tengo muchas veces miedo de que cuanto estamos viviendo, que es auténticamente excepcional pero que responde a un trabajo serio y metódico desde los despachos del Consejo de Administración, pueda sufrir esa tendencia natural de lo que he denominado renglones arriba como ‘péndulo social’. En la temporada pasada, en el primer partido que se disputó en el Estadio Colombino, viví ‘in situ’ esa forma tan extraña de responder sociológicamente determinados colectivos sociales. Recuerdo que marcó un gol el Mallorca que rompía a su favor el empate, cuando todavía quedaban minutos por delante para que terminara el partido, e, inmediatamente, varios aficionados, no uno ni dos, sino varios, se levantaron en las butacas de preferencias para dirigirse de manera desconsiderada y hasta insultante al palco presidencial pidiendo explicaciones. Se llevaban, insisto en el hecho, minutos de juego de lo que tenía que ser una temporada de muchos partidos y miles de minutos de competición. Fue tan desconcertante la reacción de este grupo de aficionados, todos ellos además ‘muy recreativistas’, ‘muy onubenses’, que cada vez que abordó el momento actual del Recreativo de Huelva me viene a la memoria estos hechos. Curiosamente, estos mismos aficionados, cuando el equipo de Marcelino reaccionó y empató el partido al Mallorca no se levantaron de los asientos de la misma manera que lo hacía, eso si es verdad, los otros casi dieciocho mil espectadores que seguían con alegría e ilusión la vuelta del decano a la liga de las estrellas. Los he seguido esta temporada en muchos partidos y creo que todavía andan en una contradicción personal este grupo de aficionados, entre admitir que algunos de los que se sientan en el palco presidencial como miembros del Consejo de Administración tendrían que haber salido en hombros en la temporada pasada o adjudicar, como seguro harán desde el primer minuto de esta nueva cita del 2007/08, a los aciertos en solitario de Marcelino como entrenador. ¡Cómo si una trayectoria deportiva y el resultado extraordinario de este Recre fueran cuestión de una única persona y no fruto de un buen trabajo colectivo y permanente!
Por eso en la noche del sábado, en Lisboa, me sentí reconfortado al poder vivir en persona como un equipo histórico (cumplió su centenario en el 2006), señero y europeo, de champions, invitaba en su enorme Estadio, y ante nada más y nada menos que de 27.132 espectadores (cifra oficial de asistencia hecha pública) y con cámaras de televisión de por medio, al Recreativo de Huelva para presentarse ante su afición de cara a la nueva temporada. El Sporting de Lisboa es, recordando una cifra que circuló en su día, mucho más que un club de fútbol. Es, como decía, una de sus muchas salas expositivas del remozado y moderno Estadio ‘José Avalade’, un universo ya que en torno a su historia, cien años, sus ídolos, sus triunfos y su trayectoria se ha logrado generar un sinfín de contenidos que dan vida y negocio económico al mismo club lisboeta por encima de las taquillas de cada partido, sus abonados, derechos televisivos ventas de los derechos de jugadores. El estadio del Sporting de Lisboa se ha convertido en un símbolo de la misma capital de Portugal, forma parte de su recorrido turístico y su historia se ha convertido en argumento para también generar ingresos extradeportivos al mismo club de fútbol. Creo que todo ello es fruto de una forma de gestionar una entidad deportiva de forma moderna, imaginativa y poniendo en valor todos sus activos. El Recreativo de Huelva, que como sociedad anónima deportiva, es un modelo de gestión en el fútbol español fue recibido en Lisboa y por el Sporting como una gran entidad, acorde posiblemente con la extraordinaria trayectoria como equipo revelación de la pasada temporada pero también como ejemplo vivo de lo que se puede hacer también en el mundo del fútbol para sacar máximas rentabilidades a escasos recursos. Esta ecuación es la que no se debería olvidar también en la temporada que ahora comienza casi con el mismo apoyo de abonados que el año pasado y con los mismos objetivos deportivos marcados al equipo técnico. El Recreativo de Huelva tiene y genera un ‘universo’ que a los que hemos vivido etapas de decadencia y miseria hace años hoy nos parecen auténticamente milagrosas, excepcional y que debemos vivir con enorme intensidad porque conforman una etapa histórica irrepetible en la centenaria vida del decano. Ver al equipo onubense codearse de tu a tu con formaciones de categoría europea y con estructura de club grande que hablan un lenguaje de gestión como sociedades deportivas modernas es una satisfacción enorme que me hacen olvidar la visión empequeñecida y mísera de esos contados aficionados que el día del Mallorca, en el septiembre del 2006, se dirigieron al palco presidencial con esa actitud tan poco noble e insensata como miope. Porque hasta que se no ve por fuera de Huelva lo que se valora al Recreativo de Huelva no entiende ni aprecia uno, a lo mejor, lo que se ha logrado. Y esto no es fruto de la casualidad ni que contemos con uno u otro entrenador.
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