Anda Isaías Pérez Saldaña, después de varias legislaturas figurando como el consejero por Huelva en los distintos gobiernos de Chaves, teniendo que pegar codazos para que el ‘aparato’ que maneja a su antojo las decisiones dentro del socialismo onubense le permita seguir en política, bien como parlamentario andaluz o, en el peor de los casos, como senador por designación de la cámara autonómica. Dinero público le está costando que su foto aparezca en las páginas que se editan en Huelva a fin de que, al menos, sus incondicionales se fijen en que su persona, con una amplia trayectoria política, no puede ser excluida como quisiera más de uno, algo que no resulta suficiente por la amplia capacidad que tiene Javier Barrero y su guardia pretoriana en todas las tomas de decisiones que afectan a Huelva porque detrás de ellos, no sabemos si por méritos propios o desméritos de los contrarios (que parte de esto también hay), hay unos buenos resultados electorales y muchas, muchísimas, colocaciones de casi todos los miembros que componen el Comité Provincial en los múltiples cargos de casi todas las administraciones públicas que manejan en la provincia.
Con Isaías Pérez Saldaña, primero en la consejería de Asuntos Sociales y luego en la de Agricultura y Pesca, Manuel Chaves ha cubierto con relativa facilidad el cupo de consejero –uno, como mínimo- que corresponde a la provincia de Huelva en sus distintos gobiernos. Quién será el sustituto o sustituta es la pregunta que nos hacemos mucho porque la elección no será fácil y más, si como todo indica, los dirigentes socialistas onubenses se alzan con otra aplastante victoria en las próximas elecciones generales y autonómicas, objetivo para el que trabajan a tope desde muchas semanas mientras los contrarios andan todavía jugando a las apariencias justificadas por cuatro ruedas de prensa, algunos a destiempo, como la que han protagonizado esta última semana para explicar sus supuestas enmiendas presupuestarias o dos visitas rutinarias para hacerse la foto con la que justificar una nota informativa.
Manuel Chaves siempre ha querido mostrar tanto para el interior como para el exterior de su partido que, pese al aval con que se presentan siempre los dirigentes de Huelva, él tiene libertad absoluta para decidir quien ocupa puesto en el Consejo de Gobierno, no así luego en las designaciones de las distintas delegaciones provinciales de las consejerías o en la presidencia relevante del Puerto de Huelva, donde fueron a por García Arreciado y terminaron por llevárselo por delante. La amplia trayectoria de este político, por cierto, le ha permitido recuperar y ganar enteros en el seno de su partido, a nivel nacional y de gobierno, como delegado del Gobierno en la comunidad autónoma de Ceuta.
Aspiraciones como consejero tiene desde hace mucho tiempo dos figuras del entorno de Javier Barrero, por un lado la impetuosa Cinta Castillo, a la que no vemos por mucho tiempo haciendo el papel de ‘mala’ en el Ayuntamiento de Huelva, y José Juan Díaz Trillo. En el equipo de Isaías Pérez Saldaña hay otros cargos públicos que pudieran optar, como ha ganado peso y experiencia, en la consejería de Cultura, la misma Guadalupe Ruiz. Pero en estas decisiones Manuel Chaves siempre resulta muy imprevisible y con una tónica mostrada durante los 17 años que lleva haciendo gobiernos: que mantiene la confianza de los elegidos por muchas presiones que pueda recibir desde los ocho reinos de taifas que componen el socialismo andaluz. Petronila Guerrero, a la que ha tenido en la Ejecutiva Regional llevando, nada más y nada menos, que los secretos financieros del partido, podrá haber sido esa persona preseleccionada para ocupar puesto en el Consejo de Gobierno pero la necesidad de dar un giro en la Diputación ante la presumible renovación –por pura inercia- dentro de la cúpula directiva del PSOE de Huelva la ha obligado a sentarse al frente de la institución provincial para poder controlar los movimientos partidistas en los pueblos.
La configuración de las listas definitivas del PSOE de Huelva que en unos días se darán a conocer con el sello figurado de un proceso de validación interna súper participativa, no desvelarán las intenciones finales de Manuel Chaves, que suele dejar esta toma de decisión para los días previos a su toma de posesión después del voto de investidura en el Parlamento andaluz. También hay que considerar si de nuevo los socialistas logran la mayoría absoluta para gobernar en solitario en Andalucía o si tienen que verse obligado a pactar con la coalición de Izquierda Unida, lo cual reduciría el número de consejerías a repartir por provincias y, por supuesto, el mismo perfil elegido para ser consejero porque la experiencia será un grado que el mismo Chaves se verá obligado a exigir para contar con un equipo más seguro al tener que compartir decisiones y nombramientos con una formación tan particular, dividida y especial como es Izquierda Unida en Andalucía. Los resultados electorales mostrarán en pocos meses la fortaleza y poder del núcleo de poder que comanda en el socialismo onubense desde hace años y que sólo en las elecciones del 2003 y en las generales y autonómicas del 2000 vio peligrar la situación privilegiada que durante más de veinticinco años ostenta en la provincia de Huelva. Tendrán muchos fallos y defectos, en especial al carácter sectario que imprimen a muchas de sus actuaciones, pero nadie puede discutirle que trabajan a conciencia cada consulta electoral, tal vez porque saben que en ello le va todo el poder del que gozan y disfrutan.
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