La historia se repite nuevamente. Y para colmo, en nuestra Huelva, la aparición del cadáver de una inocente niña ya ha terminado por dejar ‘marcado’, triste y luctuosamente esta jornada de reflexión. Cuesta mucho trabajo ponerse ante el ordenador en momentos de esta naturaleza para hacer un comentario enmarcado en exclusiva en la campaña que ayer se cerraba de golpe y por acuerdo de todos los partidos políticos a eso del mediodía. Desde luego, de no darse lo del asesinato etarra para terminar, ante su mujer y uno de sus hijos, con la vida de un trabajador, representante sindical y ex concejal del pueblo de Mondragón (donde gobiernan, por cierto, los que apoyan a los terroristas porque en la municipales así se le permitió y donde además, su alcaldesa, te lo dicen a la cara con absoluta naturalidad), en Huelva, con la muerte de Mari Luz, también se habrían suspendido todos los actos programados por los partidos.
Quedan pocas fuerzas para hablar de elecciones, de política y hasta de reflexionar desde la serenidad cuando ocurren estas cosas. Hace cuatro años, después del tremendo atentado de Madrid, en el jornada de reflexión, personalmente lo pase muy mal porque no entraba en mis cálculos y en mi educación democrática que se estuvieran infringiendo las propias normas electorales, pero también los más elementales principios de la democracia, con las manifestaciones convocadas –todas, por cierto, con los mismos carteles y con los mismos mensajes- en torno a las sedes del Partido Popular, que la gesta antidemocrática se estuviera retransmitiendo como un gran acontecimiento y que, para colmo, desde algunas emisoras de radio muy concretas sus tertulianos hicieran los análisis que hicieron. Fue una ‘violación’, pura y dura, de las reglas democráticas y una triste y lamentable vuelta a atrás. Todavía hoy, cuando esté reflexionando, lo volveré a evocar como uno de los episodios que quisiera borrar de mi memoria como demócrata porque no reconocía en aquellas escenas a la España que deseábamos y ansiamos tanto en la transición.
Confío en que hoy, donde también los terroristas vuelven a actuar para influir de una manera orquestada y premeditada en la voluntad de la soberanía popular, los ciudadanos todos, y de todas las tendencias, sepamos respetar a los contrarios y no volver a escenificar actitudes y talantes tan antidemocráticos y vergonzosos como los de hace cuatro años. La vida golpea cuando uno menos se lo espera con tragedias humanas, la de la familia de este concejal de Mondragón y la de nuestra familia onubense del Torrejón. Horrible convivir con quienes matan y juegan de esta manera con la vida de las personas y con la estabilidad emocional de sus familias. Duro celebrar hasta unas elecciones tan importantes para este país y esta provincia en este estado de mazazo colectivo. Para hacer una sociedad mejor en todas sus facetas necesitamos buenos servidores públicos, buenos representantes y buenos gobernantes. Y tenemos que seguir trabajando porque no nos venzan, ni quiebren nuestras voluntades, los que no quieren una sociedad mejor. Hoy es un día de reflexión y un día de luto, de luto doble. Mañana un día de esperanza en la búsqueda renovada de esa sociedad mejor haciendo valer nuestro voto y nuestros derechos democráticos. Me sentí menospreciado como ciudadanos el día de reflexión de hace cuatro años, con los montajes que se hicieron a prisa y corriendo, mediante mensajes a los móviles, para alterar muchas voluntades. Tengo la certeza de que ya todos hemos aprendido la lección y que esta vez, gane quien gane mañana, sabremos estar a la altura de la circunstancias. Pueden matar las personas malas pero no pueden doblegarnos a los que creemos en que también existen en este mundo muchas personas de paz.
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